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Joan Carrillo es de esos técnicos (cada día más
escasos) que han construido su experiencia en los banquillos desde el
sótano de la profesión. Su
background 'Perico' como futbolista
le marcó para los restos y fue precisamente en su casa matriz deportiva
donde inició, al frente de los alevines, un hermoso recorrido con
ulteriores paradas en Girona, de nuevo en el
Espanyol (trabajando primero en el filial y después asumiendo diversas funciones en el primer equipo) y en el
Videoton, al que acaba de hacer
nuevo rey del fútbol húngaro casi 80 años después de su primer y único título liguero.
El
temporadón de la escuadra de la ciudad de Szekefehervar, que aún puede
cerrar el círculo a un año de ensueño con la guinda de la Copa, cuya
final jugará precisamente este miércoles
frente al histórico Ferencvaros,
ha pillado por sorpresa a todos los estamentos del club, menos a sus
propios jugadores, a la sazón culpables de que Carrillo asumiera el
mando del grupo en pleno verano de 2014 después de un trienio dejándose
la piel a las órdenes, primero de su amigo Paulo Sousa, y luego del
también luso José Gomes.
"A los jugadores les gustaba mi manera
de trabajar. A la mayoría los conocía de casi tres años (entre ellos
figuran dos españoles
: el meta Calatayud y el central Brachi),
así que cuando el club decidió destituir a Gomes, me encomendaron
iniciar la pretemporada mientras buscaban un nuevo técnico. Luego
pasaron las semanas y, como no traían a nadie, los chicos pidieron a la
directiva que me dieran una oportunidad. Al final me dejaron al frente
sin mucha fe, todo hay que decirlo, pero empezamos ganando los diez primeros partidos de Liga (récord absoluto del campeonato húngaro), así que no les di
chance para cambiar de opinión", señala entre risas el preparador catalán a
El Confidencial mientras
posa delante de la estatua del rey Matías, en pleno Castillo de Buda,
acaso el más espectacular de los monumentos de la fascinante capital
magiar.
Disciplina defensiva, que no espartana
Si
al acabar la presente campaña se concediese el Óscar al mejor
entrenador español en el extranjero, no cabe duda que dicho galardón
recaería en las manos de Carrillo. Y es que, más allá del título
alcanzado y de rozar el doblete con la yema de los dedos, los registros
de su Videoton (21 triunfos, 5 empates y 2 derrotas, equipo más goleador
y menos goleado) son más que notables. ¿Existe alguna pócima que ayude a
comprender semejante éxito en su ópera prima como míster?
"Me gusta estar próximo al jugador,
saber de sus inquietudes, llegar a acuerdos con ellos para lograr los
objetivos que tenemos. Por ejemplo, antes de empezar a jugar me reuní
con cada uno de ellos para saber qué era lo que esperaban de la
temporada, qué objetivos tenían. Fueron charlas muy enriquecedoras
porque nos marcamos unas metas, tanto en lo individual como en lo
colectivo,
basadas en pensar en grande, en tener fe en
lo que podían aportar al equipo y lo beneficioso que podría ser para
ellos mismos si el equipo rendía por encima de lo que se le presuponía. Y
creo que al final funcionó porque todos los jugadores han dado el 110%
de su capacidad en cada partido", asegura el estratega
nacido hace 46 años en Monistrol de Montserrat.
Aprovechando
que el Danubio pasa por Budapest, Carrillo nos desvela las
particularidades de su forma de concebir el juego de la redonda, alejada
de modas o estilos alineados a técnicos de prestigio. "Yo
trato de forjar mi propio camino,
aunque he tenido la suerte de trabajar a las órdenes de gente muy
buena, como Paco Flores, Pochettino, Valverde, Lotina, Clemente o Paulo
Sousa, de los que he tomado algunas cosas, que he ido adaptando a mi
propia metodología.
Me gusta utilizar varios sistemas de juego,
dotar al equipo de una disciplina defensiva, pero que no sea espartana.
Que la defensa sea dinámica, que juegue adelantada, pero que arriesgue
porque cuanto más lo haga, más espacio tendremos para atacar. Arriba, me
gusta que haya mucha movilidad, tratando de explotar la creatividad del
jugador, que es la que hace que el fútbol sea un deporte impredecible y
difícil de controlar".
Y desvela un truquillo para meter en el
juego a sus chicos a mil revoluciones que aprendió en sus días de
jugador bajo la batuta de su admirado Paco Flores. "Al principio no
entrábamos muy enchufados y vimos que nunca marcábamos hasta pasado el
minuto 20. Así que pensé que
había que mejorar el calentamiento y decidí aplicar lo que hacíamos con Paco en el Espanyol B. Allí empezábamos los partidos con mucha intensidad gracias a un
skipping que hacíamos todos a la vez en el vestuario antes de saltar al césped. Al caer tenía que oírse un solo
clik en el suelo. Si realmente la gente estaba metida, sólo se oía ese
clik. Aunque parezca una tontería, al futbolista le da seguridad. Piensa
'ahora sí que estamos todos'. Y nos ha ido muy bien".
Un obseso de 'cuidar detalles'
Paciente estudioso del balompié, que le llevó en su día a visitar media Europa y Sudamérica, el técnico de los
Red-Blue devils comparte con Mourinho
(con cuya trayectoria guarda no pocas similitudes) la obsesión por
controlar hasta el más mínimo detalle para elevar las posibilidades de
éxito. "La preparación es fundamental. El trabajo diario, por un lado, y
por el otro tu
background formativo, los conocimientos
acumulados. Yo trato siempre de aglutinar toda la información de que
dispongo y la resumo para poder
sacarle el máximo provecho. Para
eso me ayuda mucho toda la experiencia que acumulé conociendo de cerca
escuelas tan dispares como la brasileña, la argentina, la francesa o la
holandesa. A veces te encuentras con situaciones parecidas y, aunque la
forma de jugar sea diferente, si has estado cerca de ellas, te ayuda
muchísimo a dar con una solución".
Tal vez eso explique los 10
puntos de diferencia sobre su más inmediato perseguidor en Liga y el
haber pasado por encima a varios clubes con mayor potencial en sus
plantillas. "La Liga sólo la gana uno y nos ha costado mucho, aunque la
distancia con el Ferencvaros pueda decir lo contrario. Siendo objetivos,
hay que decir que
hemos competido contra equipos con mayor presupuesto,
pero esa diferencia la hemos subsanado con muchas horas de trabajo duro
en el campo y con la implicación del jugador. Esta misma plantilla, con
sólo seis variantes, el año pasado se quedó fuera de Europa".
Relativiza las diferencias entre el futbolista magiar y el español: "El
húngaro tiene un potencial bestial,
pero tiene grandes carencias en la toma de decisiones", y está
convencido de que el país que le da de comer puede recuperar su otrora
papel preponderante en el planeta fútbol (dos subcampeonatos del mundo)
si emula el ejemplo de nuestro balompié. "Deben hacer
el mismo planteamiento que España
en su día. Allí se hablaba siempre de 'La Furia Española', y nada de
nada. Hasta que un día dijimos 'si con estos no funciona, vamos a ver
qué pasa con los bajitos'. Y todos nos hemos convencido de que la
posesión nos venía bien, no sólo al Barça. Así que ellos deben
identificar su camino e ir todos de la mano para conseguir resultados".
Aunque
resulte paradójico, ganar la liga no ha bastado para que el Videoton
apueste sin ambages por Carrillo. El club no ha querido ampliarle el año
que se ha ganado tras superar con creces los objetivos fijados en el
verano anterior. Pese a ello, el técnico catalán prefiere mirar hacia
adelante y afrontar los nuevos retos con su imbatible positivismo. "Yo
tengo que
agradecer mucho a Hungría y al Videoton.
Ahora bien, es importante saber cuál es el proyecto del equipo para el
nuevo curso. Debemos ser inteligentes y aprovechar la coyuntura de jugar
una previa de Champions para hacer un equipo competitivo y no tener que
acordarse todo el tiempo de una final de Copa UEFA perdida contra el
Madrid hace 30 años".
Lo que parece claro es que la carrera de
Joan Carrillo apunta a cotas mucho más elevadas que las del majestuoso
Castillo de Buda. "No soy diferente a otros entrenadores. Aquí he podido
progresar, prepararme y lograr resultados, pero al final tengo mis
metas.
Igual que Mourinho quería llegar a la Premier, después dirigir en la Liga... Todos tenemos nuestros sueños", concluye.