Estadios de los equipos andaluces.

Para aquellos que nos gusta conocer los distintos campos de juego de los equipos españoles,  por aquí iré poniendo algunas imágenes de los campos que visito. 

Campo de la Federación Malagueña donde juega el At. Malagueño en  3ª División, Filial del Málaga C.F.

 Campo del San Ignacio en El Palo de Málaga donde juega el C.D. El Palo en 2ªB.

Estadio Nuevo Arcángel donde juega el Córdoba C.F. de 1ª y su filial de 2ªB ocasionalmente.

 Ciudad Deportiva del Sevilla F.C. Juan R. Cisneros donde entrena el Sevilla F.C. de 1ª y juega su filial en 2ªB.

Estadio Ciudad de Lepe donde juega el C.D. San Roque de Lepe en 2ªB.

Fantástico video de propiocepción+core


Informe del Consejo Superior de Deportes (CSD) sobre los títulos federativos sin validez académica

www.futmadrid.com


Según Miguel Galán, Presidente de Cenafe Escuelas y a su vez Presidente de la Plataforma de Homologación de Títulos de Entrenador de Fútbol asegura que el Consejo Superior de Deportes (CSD) emite un informe demoledor en contra de los Títulos federativos sin validez académica.
Adjuntamos el informe con subrayado sobre los puntos más importantes:

De vuelta al scouting de la 2ªB

Después de finalizar mi vinculación como entrenador del Antequera C.F. el 9 de Noviembre tras el Antequera C.F. 0-0 Martos C.D., y hasta 18 de Enero realizando funciones de Dirección Deportiva en el Antequera C.F. ahora toca otro cambio de rol en la presente temporada, y en ésta ocasión, con un cambio de categoría, así que vuelvo a disfrutar de una bonita categoría como es la 2ªB pasando a colaborar con la dirección deportiva del R. Jaén dirigida por Ramón Tejada. 
El pasado Domingo 8 de Marzo, comenzamos con mucha ilusión a escribir una nueva etapa deportiva. ¡Hala Jaén¡
 



Paco González, tercer técnico del Vélez C.F. “Lo primero es agarrase, parar y después ir subiendo”

diarioaxarquia.com
pagogonzalez

El nuevo entrenador del Vélez Club de Fútbol, Paco González, se estrena el domingo en el Vivar Téllez. Aunque no lo parezca, será el tercer técnico en pasar esta campaña por el banquillo veleño, toda una novedad que no se producía desde hace años y que transcurre en un ambiente menos tenso que en anteriores ocasiones, puesto que por suerte está en juego el ascenso y no el descenso, como ha pasado año atrás. Esto no quita la pretensión de la directiva de recuperar la dinámica de victorias y lo que es más complicado, agarrarse a cualquier opción, por muy pequeña que sea esta, de colarse a final de campaña entre los cuatro primeros. Pero hay que ir partido a partido. No hay nada inventado en el fútbol y de sobra sabemos que la opcíon válida, tal y como está el asunto, es mantener la calma y pelear por lo que se pueda.

Los Villares
Enfrente tendrá el Vélez a Los Villares, un club que ha vivido algo parecido a los axárquicos pero de forma inversa; esto viene siendo a un mal comienzo y remontada a partir de la segunda vuelta. El Vélez, por su parte, endulzó su paladar en la primera vuelta para sentir el amargor de la derrota conforme iba llegando 2015. Estas dos dinámicas, creciente y decreciente, pone en peligro los puntos de un encuentro que será el primero para González tras su primera semana al frente del Vélez.
Por último, recordar que el partido estará dedicado a los niños, siendo los más jóvenes los protagonistas con el colofón de la búsqueda de una mascota para el club.

"Luis Enrique era un millonario al que le gustaba sufrir"

www.publico.es

Luis Enrique a su llegada a la línea de meta en la maratón de Florencia.
Luis Enrique a su llegada a la línea de meta en la maratón de Florencia.

MADRID.- Hay vidas como la de Luis Enrique (Gijón, 1970) que siempre serán imposibles de resumir de una sola vez. El hombre que ahora se sienta en el banquillo del Barca, que conserva el físico del futbolista y el rostro afilado, como el de un atleta, también fue un apasionado maratoniano que no paró hasta bajar de las tres horas. Su entrenador fue Víctor Gonzalo (Vic, 1967), que había sido ciclista, primero, en el Reynolds y luego en el Banesto de Perico Delgado e Indurain hasta que no pudo más. "Sufrí atropellos, llegué a romperme la cabeza del fémur. Comprendí que no había nacido para ser un gran ciclista".

Se refugió en el atletismo, donde llegó a hacer 2 horas y 21 minutos en el maratón de Berlín. "Un día, nada más terminar una carrera, me presentaron a Luis Enrique", recuerda. "Sabía que había jugado en el Barcelona o en la selección, sí… Pero tampoco iba mucho más allá, porque yo fui ciclista y los ciclistas, al menos los de mi época, sentíamos una especie de odio hacia los futbolistas. Sentíamos que nos machacábamos más que ellos y lo que ganábamos no estaba en proporción".

La realidad es que Luis Enrique, el hombre que ahora ordena a Messi o a Neymar, puso sus ambiciones en manos de Víctor Gonzalo. "Me dijo que quería bajar de las tres horas en el maratón. Me pidió que le ayudase y, desde el principio, me llamó la atención la voluntad de ese hombre. Tenía esa ambición que le permitió una dedicación casi exclusiva durante años en los que vivió para ella y para su familia".

Luis Enrique se permitió ese lujo tras retirarse del fútbol. "Algo que sería un sueño para cualquier trabajador él pudo ejecutarlo durante años y es verdad que yo me integré en esa vida suya como su entrenador. Nos levantábamos y quedábamos para correr. Le pasaba los planes de entrenamiento, los ritmos, las series, todo. Recorrimos la provincia de Barcelona: íbamos al Canal Verde de Olot, a la carretera de las Aguas, a los circuitos de montaña de Mataró…"

Aquel Luis Enrique, que prestaba suma atención a lo que le decía Víctor Gonzalo, es hoy el entrenador del Barcelona como antes lo fue del Celta o la Roma. "Supongo que delante de los futbolistas será un reflejo del maratoniano que yo conocí", explica Víctor. "Él era un hombre tajante, duro, al que nunca le valía el término medio. No le gustaba decir 'bueno, lo dejamos para mañana'. Por eso me sorprendió. Porque a lo mejor, yo no esperaba ese tipo de hombre. No esperaba a ese multimillonario, que supiese sufrir, que quisiese sufrir y que hasta necesitase sufrir. Su vida de futbolista había pasado, pero su mentalidad de deportista no se había agotado. No sabía vivir sin ella. Creo que por eso el día que bajó de las tres horas en el maratón, Luis Enrique pasó página. Se dedicó al Ironman y, una vez que lo logró, empezó de entrenador. Recuerdo que me decía que desde muy niño aprendió que en la vida hay que tomar decisiones. Tuve muchas horas de conversación con él. Lo conocí de veras. Hizo muchas cosas desinteresadas por mí como acompañarme a reuniones para encontrar patrocinadores para la tienda en la que yo trabajaba".

Sin embargo, trabajar con aquel Luis Enrique no era tan fácil. "En general, se resentía bastante de los tendones. Tenía los Aquiles muy machacados". A su lado, Víctor entendido que no era sencillo ser futbolista. "Escuchando a Luis Enrique encontré motivos suficientes. Entendí la exigencia de esa vida, sobre todo cuando nos decía: '¿pero es que vosotros no os dais cuenta de la velocidad a la que va el balón'?', y no sólo eso, sino que dentro del grupo de entrenamiento, a los que le decían que los futbolistas entrenaban poco, Luis siempre contestaba: '¿entonces por qué no os metéis a futbolistas?'". Víctor, incluso, encontró la comparación "entre la agonía de un maratón y la de un partido de fútbol. Fue ese día en el que escuché a Luis Enrique decir que el lunes después de un partido se levantaba casi como una persona anciana por la cantidad de golpes, de impactos, incluso peor que el día después de correr un maratón hasta que podía poner el pie en el suelo. Me dejó marcado".

el corazón de Luis Enrique siempre habrá un sitio para los 42,195 kilómetros. "Nunca se me olvidará el maratón de Amsterdam. Yo era su liebre y le faltaron veinte segundos para bajar de las tres horas. En el último kilómetro, nos pasó un directivo de Nike, que se había preparado con nuestro grupo y cuya disciplina de entrenamiento no tenía nada que ver con la de Luis Enrique". Pero el maratón puede ser así de perverso. "Cuando llegaba a meta, Luis, sin embargo, no se reprochaba nada. Sabía que lo había dado todo. Antes de Amsterdam, lo intentó en Nueva York y tampoco pudo lograrlo. Tenía esa mentalidad. Sabía que las cosas casi nunca se logran a la primera. Por eso ahora le imagino inteligente en el Barcelona cuando las cosas no le vayan bien. Luis Enrique era muy exigente consigo mismo. Siempre se pedía más. Pero una vez que se quitaba el dorsal sabía que había otra vida que no se podía dejar de disfrutar, porque la vida pasa muy rápido. Tenía ese equilibrio y podía hacerlo".

Al final, el tiempo hizo su trabajo. El sueño de Luis Enrique encontró el final feliz. "Fue en el maratón de Florencia cuando bajó de las tres horas. Había aprendido como hacerlo. Y entonces yo casi no tuve que decirle nada en la carrera. Él fue su propio entrenador". Quizá por eso aquel día en Florencia se pareció al final de una emotiva película. "Luis Enrique se dio cuenta de que su viaje en el maratón ya había terminado". Desde entonces, no dejó de ser el de siempre. Primero en el triatlón como finisher en el Ironman, y ahora como entrenador. Víctor Gonzalo, que actualmente trabaja por turnos como operario en la industria farmacéutica, nunca lo olvidará, porque "pudo ser una de las mejores épocas de mi vida". Después, ha sido sido más difícil para él. Tuvo una separación, sufrió una depresión y más o menos ahora, gracias a sus dos niñas, levantó cabeza.

Su relación con Luis Enrique la devoró la distancia. "Recuerdo que cuando se enteró de que me había separado de mi mujer me llamó para ver como estaba, pero es lógico que ya no sea como antes. Él tiene otra vida que debe ser muy exigente. Yo me di cuenta de lo que significaba ser un personaje público cuando quedaba a comer con él. Su teléfono sonaba veinte veces en media hora. Es más, tenía dos teléfonos, uno para la familia y otro en su faceta de hombre público para la prensa y esas cosas que apenas podía coger, porque si no se pasaba la vida hablando por teléfono. Pero Luis Enrique no lo llevaba mal, al contrario. Sabía como aislarse. Tenía ese valor añadido. Tenía esa voluntad para dominarse a sí mismo".
 

El fútbol de otra pasta

deportes.elpais.com

El fútbol no siempre se puede comprar, así que en este tinglado el dinero no lo es todo. Los ejemplos se suceden y algunos son flagrantes. Valencia, Atlético y Deportivo, los únicos capaces de desbancar en Liga al Madrid y al Barça desde que se disparara el mercantilismo con la ley Bosman que entrara en vigor en el curso 1996-1997, lo pagaron con creces. Los tres, en mayor o menor medida, han estado al borde de la bancarrota, y colchoneros y deportivistas acabaron en el pozo de la Segunda. Espejismos pasajeros con mucho despilfarro de fondo. Finalmente, aceptaron sus circunstancias reales. El Atlético traspasa goleadores pero ha regresado a la cima, el Valencia está en las alturas y por fin vive en paz y el Deportivo trata de anclarse de nuevo en la élite.

Lo mismo cabría decir del Málaga, que con un jeque más contenido brilla de nuevo, esta vez con cantera, sin perfiles altos como los de Manuel Pellegrini, Van Nistelrooy, Joaquín, Cazorla, Demichelis, Baptista, Toulalan... A todos les ha ido mejor con el gasto contenido, con más imaginación que dólares. La ruta de Simeone, partido a partido con los pies en el suelo. Hace mucho que no los despega el Sevilla, que metabolizó sin rechistar su condición de vendedor y tiene huella en España y en Europa porque afina los radares.
Horta celebra el tercer gol del Málaga al Getafe / Carlos Diaz (EFE)

Entre todos, el caso más singular quizá sea el del Villarreal, que no ha mudado de piel ni siquiera cuando se coló por el sumidero a Segunda de forma inopinada. El club siempre fue modélico, en las buenas y en las malas, y no ha perdido ojo. De regreso a Primera, en una plaza pequeña, sin los ecos de capitales como Sevilla, Valencia o Málaga, su presupuesto es contenido y su política deportiva sigue siendo admirable. No hay un solo vector, sino cuatro: cantera (Musacchio, Bruno, Mario, Jaume Costa, Moi Gómez, Gerard Moreno), jugadores formados en los semilleros de los grandes (los exazulgrana Giovani y Jonathan, el exmadridista Cheryshev y el excolchonero Sergio Marcos), chicos sin mucho cartel (Pina, Asenjo) y fichajes internacionales silenciosos (Vietto y Gabriel —ya traspasado al Arsenal por unos 20 millones—).

El resultado, más que un equipo, es una idea, la que le permite competir con éxito en tres competiciones. El molde lo tiene y los jugadores van y vienen sin que el pensamiento propio se resienta. Por el camino, todos se han revalorizado y el mayor temor ahora es a cuántos podrá mantener la institución. Pase lo que pase, al club le avala no solo la fortuna de la familia Roig, sino un lema grapado en las entrañas: vender bien y comprar mejor, o viceversa, según se den las cosechas. Con ese credo se puede pujar, angustiar al Barça, fulminar al Atlético en el Calderón y frenar al Madrid en Chamartín. Y sin despistes o grandilocuencias, con la primera semifinal de Copa de su historia a la vista y en los octavos de la Liga Europa.
Con esta clase media alta, en alza, solo cabe esperar que a las puertas de un mejor y más justo pastel televisivo todos tomen nota del pasado. Pruebas sobradas han tenido de que el maná puede ser una trampa si no se administra con prudencia. Un paso hacia el abismo si alguno cree ser lo que no es y nunca podrá ser salvo de forma episódica. Nada como que prevalezcan recursos que no tienen precio, como una gestión sensata y mucho tacto futbolístico. Ahí está el Villarreal, un espejo. Como el Sevilla de Monchi, este Málaga de vivero o ese Valencia de Gayà, Alcácer y fichajes sin dispendios que peleará el domingo por la tercera plaza. Todos demuestran que hay un fútbol de otra pasta. Es el más real.