La Intensidad del “Profe”

Por Pedro Gómez (@pf_gomez  / pedrogomez7@hotmail.com)
Sin título1 La Intensidad del “Profe”.
“Es muy complicado cuando tienes una persona que está por encima de ti y no te exige el máximo o que aparenta que lo que haces, sea lo que sea, siempre está bien”.
(Ricardo Costa, jugador del Valencia cf).

Arrancamos 2014, y por desgracia, observamos como muchas cosas siguen sin atisbar sospecha de cambio. La primera, concerniente a mi juicio particular,  es que mi sinceridad profesional parece irremediablemente avocada a la decepción, pues como seguiréis comprobando a lo largo del año, no me cansaré de “opinar” sobre aquello que me rodea de la manera más neutral que mi contexto me permita (es cierto que la neutralidad cuando hay personas por medio no existe), sin importarme las salpicaduras que ello me pueda acarrear. La segunda, pero primera en orden de importancia (al fin y al cabo yo soy un simple payaso más en este circo) es que nos movemos en un país de pandereta y castañuela con mayúsculas, donde el esfuerzo y la valía venden menos que la pillería, el negocio y el chisme. ¿Qué podemos esperar de un país en el que lo más leído es el libro de Belén Esteban y lo más visto el programa de Jorge Javier Vázquez? , un país en el que los “medios de desinformación” son cómplices directos de nuestra involución…un país en el que importa más el envoltorio que el sabor del caramelo.
Entre tanto, el fútbol como fenómeno social que es, no podía permanecer ajeno a este cambio de escenario mental por mucho tiempo y acabó como muchas otras cosas sucumbiendo a la picadura de este fenómeno. ¿Los síntomas de esta infección en nuestra esencia? El destierro del juego, el castigo a los que deberían de ser grandes referentes del mismo (jugadores y técnicos) y el ensalzamiento de métodos revolucionarios y personajes “atractivos” para el televidente futbolero de forma directamente proporcional a la distancia en km de su procedencia.
¿Y a qué viene todo este rapapolvo?…, sí amigos, yo también he visto los noticiarios deportivos esta semana y he comprobado la gratuita entronización de algunos profesionales (en este caso de la preparación física) por cuestiones tan dispares a la vez que “cruciales” como la capacidad de gritar y escenificar durante un entrenamiento, o de imprimir lo que algunos llaman intensidad…como si eso fuese lo más relevante, como si la valía profesional debiese medirse de manera ajustada al espectáculo mediático generado. ¡Pero cuidado!, ¡que nadie malinterprete mis palabras!, no voy a  ser yo, un tercerola y “mindungui” cualquiera el que ponga en duda la valía de los Richinos, Ortegas y Farías, ya que no me cabe la menor  duda de que seguramente sea su buen hacer el que les ha llevado a sus actuales puestos de trabajo, ¡bendita envidia!, lo único que ocurre es que desde mi modesto sofá, compruebo con cierta contrariedad como nunca pudimos disfrutar de espacios dedicados en la gran pantalla para Seirulo, Lorenzo Buenaventura, Chema Sanz, Javier Miñano, Alfonso Morcillo..etc.. referentes indiscutibles de nuestro campo a los que la pandereta parece negarles su merecido sitio.
Pero tranquilos amigos, aunque me sirva para introducir el tema sobre cual quiero ofreceros mi opinión, de esto tampoco iba la entrada de hoy, no quiero parecer un anti sistema futbolístico frustrado que llora por alcanzar su sitio (las cosas acaban llegando si ponemos todo nuestro empeño, no hay más)…la cuestión es que me gustaría hablaros de la INTENSIDAD…Sí, esa que en la cita inicial Ricardo Costa parece reclamar a su anterior cuerpo técnico sin pararse a mirar su propio ombligo,  la misma que para los espacios deportivos se encuentra en la capacidad de  gesticular y elevar la voz.
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¿Qué es realmente entrenar con intensidad?, ¿qué connotaciones complejas acarrea?, ¿qué tiene de interesante para que entrenadores, espectadores, periodistas recurran a ella tan a menudo?. Podríamos definir el concepto de una manera sencilla como el “grado de esfuerzo que una tarea exige”, pero, ¿estamos valorando las insinuaciones complejas a las que un término como “esfuerzo” nos puede trasladar?.
En nuestro afán por encontrar uno de los santos griales del entrenamiento, el entrenador  rebuscará entre el sudor de sus jugadores, el preparador físico en las entrañas de sus pulsómetros, gps y demás, el jugador en la actitud de su cuerpo técnico, el periodista volverá a tirar de pandereta…y todos ellos sin excepción, a pesar de indagar en parajes totalmente distintos, terminarán durmiendo seguros y tranquilos gracias a la testarudez de su empolvado cerebro, el cual les convencerá de que por supuesto, sea como sea, lo están haciendo bien y de que sus entrenamientos son más Intensos que los del vecino…al menos mientras se sume de tres en tres.
A mí personalmente, (supongo que por eso no llegué a la élite), me cuesta horrores hablar con seguridad de múltiples y variados términos del entrenamiento, entre ellos por supuesto, el de intensidad, pues considero que este, nace de un cúmulo de complejas interacciones entre factores intrínsecos y extrínsecos que rodean el contexto de las tareas de entrenamiento, muchos de ellos a veces, no tan controlables como algunos se empeñan en hacernos creer.
Y es que aunque entiendo que toda tarea conlleva una intensidad estándar inherente, determinada por variables condicionales como el espacio, los tiempos, la densidad de jugadores, el tipo de esfuerzo solicitado..etc…y variables tácticas como el grado de especificidad, el tipo de relaciones y asociaciones demandadas, la complejidad de los principios solicitados…todavía no soy capaz de apaciguarme y regocijarme en la seguridad a la que mi supuesto e irreductible conocimiento intenta empujarme , ya que para mí, por lo que veo y siento, no puede quedar ahí la cosa.
Mis años de entrenamiento me han permitido comprobar cómo esta hipotética intensidad estándar para todos los participantes en una tarea, puede verse incrementada o disminuida por factores propios y ajenos al jugador, entrenables y controlables a veces, llenos de incertidumbre e incomprensión otras.
Sudar más por tanto, entendido como grado de esfuerzo demandado, puede depender de…
-          El nivel de autoexigencia de cada jugador (los vi que independientemente de tareas y entrenadores, siempre lo dieron todo durante los entrenamientos, y  a la inversa).
-          El estado emocional individual del momento (jugadores que no juegan, sin ánimo, desilusionados por su estatus, seguros de su valía, confiados por su constante titularidad…)
-          Contexto psicológico grupal (semanas en las que se cambia de entrenador, entrenamientos tras reprimendas o críticas, relajación por supuesta superioridad semanal, ..)
-          Labor del cuerpo técnico (dinámica de entrenamiento llevada a cabo, tipo de actitud y feedback..)
-          Individualidad táctica/condicional dentro de la relación jugador /tarea (no todas las tareas exigen mismo tipo de relaciones en cualquier participante, pues estos, tienen un nivel resolutivo particular de las mismas).
-          Entorno (desde días de viento y lluvia a superficies no habituales de entrenamiento).
¿Qué aparato puede medir esto?, ¿habrá formula capaz de arrojar el numerito exacto a añadir en nuestra hoja de Excel?, ¿cómo podemos estar seguros de hacerlo bien entonces?..
Amigos míos, a día de hoy creo convencerme de que estamos ante un escenario en el que la magnitud real de la intensidad de una tarea depende del contexto individual de cada uno de los jugadores, los cuales, como seres complejos que son, viven de un modo particular enmarcado en un momento puntual cada uno de los ejercicios de entrenamiento, y donde las voces, los alaridos y la espuma por la boca, no tienen cabida como constituyentes explicativos de tan manida problemática.

¿Hasta cuando entonces seguiremos buscando la intensidad de las tareas en el acento, el volumen y la escenificación del preparador físico?…espero que no sea hasta que Belén Esteban deje de vender libros.

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