Rocoso y sorpresa: el Puerto Malagueño, el mejor juvenil de España

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Imagen del sistema defensivo del Puerto Malagueño el curso pasado. / Jesús M.
Imagen del sistema defensivo del Puerto Malagueño el curso pasado. / Jesús M.
De vez en cuando de forma inesperada (para algunos quizá más que para otros) en un torneo largo aparece un hueso duro, un rival no previsto a priori por los poderosos, por los llamados a comandar una Liga, sea la categoría que sea. Suele ser por un trabajo detrás, casi siempre de varios años, de un andar paso a paso, sin levantar el pie del suelo pero pisando fuerte y seguro mientras otros quieren elevarse más de lo que pueden alcanzar. Y ocurre en cualquier categoría. Lo hizo hace un par de años el Levante en Primera División para sorpresa se propios y extraños. Con un sistema sólido y bien plantado atrás, apretó los dientes e hizo bastante más que codearse con clubes con presupuestos con tanto sobrante que sirvieron más para vestir la carrocería que el chásis.
Está ocurriendo con el Puerto Malagueño en División de Honor de juveniles en un grupo, el 4º, tradicionalmente dominado en los últimos años por los tres clubes (cuatro si se quiere meter al Betis) que más han invertido en cantera: Sevilla, Málaga y Almería. Con una filosofía exponencialmente de trabajo de fútbol base (no tiene equipo sénior), el papel de esta entidad había sido el de servir de vivero para éstos, en especial para el Málaga, pero también para Sevilla y Betis, siendo éste el último que se llevó a uno de sus jugadores, Santi, que jugó en el Betis B y fue cedido la pasada campaña al San Roque de Lepe.
Pero lo de este año es distinto. Pocos contaban con este Puerto Malagueño que hoy por hoy se ha hecho el equipo a batir tras seis jornadas en las que no sólo ha hecho pleno de victorias, seis de seis, sino que ha exhibido un control defensivo tal de su bloque que no ha recibido ni un solo gol. Es el líder más sólido en División de Honor de todo el territorio nacional. Sólo el Real Madrid suma 18 puntos, pero ha visto perforada su portería (19 goles a favor y uno en contra). Un equipo rocoso, que no concede ocasiones, que domina los partidos como local y que en sus salidas ha ganado en confianza. Si bien es verdad que aún no se ha enfrentado a ningún rival de los llamados a estar arriba, nadie duda que no es casualidad la situación que tiene. Victorias ante G. de Melilla (2-0), Los Molinos (0-2), Santa Fe (2-0), Sevilla Este (0-1), Taraguilla (3-0) y 26 de Febrero (0-1) han alzado al equipo de Javier Bravo, ‘Kempes’ a todo lo alto de la clasificación. Sin duda, a partir de ahora es cuando va a tener su verdadero examen, en la secuencia de 4 partidos que tiene a partir del domingo. Sevilla, Málaga, Almería y Recreativo van a intentar poner las cosas en su sitio, y lo conseguirán o no lo conseguirán, porque este equipo construido a golpe de cincel promete guerra. Algunas de las claves de su éxito, de las que ya deben haber tomado buena nota los técnicos de su próximo rival, el Sevilla que defiende título de campeón de campeones con un bloque que dista mucho (sobre todo defensivamente) del del año pasado, tienen mucho que ver con el trabajo bien hecho, lejos de la improvisación y con la coherencia por bandera.
Sacando desde su filosofía de cantera el máximo partido de su reducido terreno de juego, los jugadores del Puerto Malagueño llevan en la propia epidermis el sentido de la reducción de espacios y el juego de estrategia. El bloque, el orden defensivo y el cuidado máximo en las jugadas a balón parado (los saques de banda son algo especial que aprenden desde que los bíceps empiezan a aparecer en sus brazos) son sus primeros mandamientos, pero no los únicos, ya que el fútbol combinativo toma igual protagonismo cuando llega el momento, lo mismo que el control de la segunda jugada.
Su éxito primero radica en un bloque sólido y un sistema defensivo compuesto por 6 futbolistas de marcado acento táctico, sentido e inteligencia del juego y solidaridad con el compañero. Con centrales fuertes y adaptados a la categoría (Villegas levantó el interés del Real Madrid hasta el punto de que estuvo invitado en Valdebebas), Bravo ha conjuntado una línea fuerte. Hay tres centrales que rotan sin que se resienta el bloque. Villegas, Elías y Sergio forman la parte central del yunque, arropados por dos laterales que defienden bien pero que atacan mejor. Pablo Triano en la derecha es un portento físico con capacidad para llegar de área a área y volver. Júnior en la izquierda exhibe una conducción más limpia, quizás más elegante, y buen sentido combinativo. Por delánte, el triángulo mágico y uno de los secretos del equipo, tres jugadores que llevan juntos desde benjamines y que están en su último año de juvenil. Son dos pivotes que se coordinan y que no pierden el sitio, Luismi e Iván Sojo, y Ramírez como vértice más adelantado y lanzador-organizador. Llevan desde niños jugando uno al lado de los otros, 9 temporadas conociéndose para jugar de memoria.
Atrás del todo, un portero, Iván, que estuvo en el Málaga y que tiene un excelente juego de pies, por lo que no es el típico equipo que juega al patadón, en contra de lo que pueda parecer.
Arriba hay variedad y Bravo combina las piezas para sacar el máximo rendimiento a sus características según convengan. Lolo, Moha, Nacho… ofrecen velocidad, remate, caídas a las  bandas, juego al espacio, paredes para la incorporación de los laterales… Todo ello ha servido para anotar 11 goles, aparte de uno de sus secretos, el juego a balón parado, sin olvidar por supuesto los saques de banda hasta el punto de penalti, una suerte que dominan casi todos sus jugadores.
Detrás de todo esto, entre bambalinas, el trabajo de un equipo de técnicos jóvenes, con ilusión, que tiene las ideas claras y sabe lo que hace. Bajo la dirección desde hace relativamente poco tiempo de Antonio Matez, su director deportivo, los resultados no son casualidad. El juvenil de Liga Nacional tampoco conoce la derrota y el cadete autonómico, de la mano de Sergio Matez, sólo ha mordido el polvo ante el Málaga.
Y como casi siempre ocurre… por algo será.

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