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René Román se ha ganado la titularidad en el Real Jaén después de un
trabajo callado. Con ello ha encontrado el premio a su esfuerzo. El
curso pasado estuvo medio año sin jugar y tuvo que pagarse de su
bolsillo un entrenador de porteros para mantenerse en forma. Le sucedió
tras debutar con el FC Cartagena. 'Fue un año terrible, pero ha merecido
la pena. Ahora estoy feliz', asegura.
René lució con majestuosidad el pasado domingo en la renovada
portería jiennense, renovada porque, por fin, dispone de las medidas
reglamentarias. Lo hizo de fucsia, un color alegre que refleja su propio
estado de ánimo. Fue un momento irrepetible, porque se trata de su
debut en Segunda División. “Lo tomé con tranquilidad, pero con mucha
felicidad. Era un sueño y un deseo que siempre he perseguido”, reconoce.
El instante cobra más valor por la dimensión que rodea a René. Fue una
especie de resurgimiento después de un duro golpe. Lo recibió en el FC
Cartagena, la pasada Liga. Debutó en la primera jornada, con victoria
sobre el Albacete (3-2), el entrenador concedió dos días de descanso,
pero al primero le comunicaron a él que le rescindían el contrato. “Ni
podía imaginarlo. Me dijeron que no entraban en los planes”, recuerda
con tristeza.
Apenas quedaban dos días para el cierre del mercado,
por lo que se quedó sin equipo. Estuvo medio año en la soledad del
jugador que no tiene plantilla. Se ejercitó con el Arcos CF y con un
entrenador de porteros que él mismo pagó de su bolsillo para mantenerse
en forma. Miguel Ángel Bazán, preparador de porteros del Cádiz, lo
mantuvo en forma. A todo ello añadió el coste económico que supuso
desplazarse mañana y tarde para entrenarse. Una vez con el equipo y otra
con el entrenador. En enero estuvo en una concentración de la AFE que
se celebró en Alicante. Quince días de intenso trabajo para encontrar
equipo. Y tuvo una buena estrella. El Baracaldo lo devolvió a la
realidad del fútbol en la segunda parte de la temporada. “Siempre le
estaré agradecido a este club. Hizo algo que nunca olvidaré”, precisa.
Allí jugó con regularidad hasta sentir las sensaciones de un guardameta
debajo de los palos. “Fue una experiencia extraordinaria”, apostilla.
Finalizada
la temporada, la buena estrella le guió de nuevo. La salida de Manu
obligó al Real Jaén a buscar a un nuevo portero. Se fijó en René porque
todos los informes que recopiló fueron excelentes, tanto a nivel
personal como colectivo. Fichó por el Real Jaén con el deseo de avanzar
en su carrera y con la mirada puesta en debutar en Segunda. No lo tenía
fácil. Por delante se encontró con Toni García, un portero con una
regularidad fantástica y con un rendimiento excelente. No se desesperó
René, se armó de valor y a trabajar en los entrenamientos. Herrero le
dio los partidos de la Copa, en los que no recibió goles, y el domingo
le abrió la puerta de la titularidad. El sufrimiento tuvo recompensa.
René debutó en la Liga Adelante, se puso en la portería del Real Jaén y
vio el premio a su esfuerzo. Debió pensar mil historias. Pero estuvo
tranquilo y seguro, como si hubiera jugado todos los encuentros. Y acabó
con su meta impoluta. “Me sentí muy cómodo”, admite. Para él no ha
cambiado nada. Todo sigue igual. “Iré a los entrenamientos con la
ilusión del que empieza y con la mentalidad de trabajar al máximo. Ese
es mi deseo, trabajar y trabajar”, afirma.
Este gaditano, con un
amplio currículum, en el que destacan sus dos años en el filial bético,
ha encontrado en el Real Jaén el momento culminante de su carrera. Se
define como un portero tranquilo y como una persona familiar. Tiene dos
deseos: conseguir la permanencia con el Real Jaén y avanzar como
portero. “Muchas veces pensé en dejarlo y prepararme las oposiciones,
porque pasé momentos duros. Pero el esfuerzo mereció la pena”, recuerda.
Y tanto, porque hoy su figura curtida luce con brillantez entre los
tres palos de la meta jiennense. Ha sido su mayor triunfo y un ejemplo
claro de superación y constancia.
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