Orlando Johnson, ejemplo de superación: "“Voy a tirar para ser una de las estrellas. Si me quedo corto, lo habré intentado, pero nunca voy a conformarme con ser el segundo mejor”

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Orlando Johnson: un ejemplo de superación tras una infancia dramática
Johnson vive su segunda temporada en Indiana Pacers (Foto: rantsports.com).
Alrededor del mundo del deporte hay historias conmovedoras que estremecen a propios y extraños. Ejemplos de superación que nos hacen plantearnos hasta qué punto llega la fuerza del ser humano por mirar hacia delante y cumplir nuestros sueños, los que anhelamos desde una edad muy temprana. La historia de Orlando Johnson (Monterrey, California, 1989) es de las que impresionan sobremanera, después de vivir un cúmulo de desgracias durante su infancia, la etapa en la que comienza la construcción de la personalidad de las personas y que tiene una relevancia crucial para el resto de la vida.
La madre de Johnson tuvo tres hijos, entre ellos él, con tres padres diferentes, y trabajaba en una base del Ejército. Tras sufrir una crisis nerviosa, envió a los dos hermanos de Orlando Johnson (Robbie y Jamell) a una casa de acogida durante un tiempo, pero, abrumada por sus responsabilidades, entró en una espiral en el mundo de la drogadicción (concretamente era adicta al crack) y decidió enviar a sus hijos a vivir con su padre.
Cuando Orlando Johnson tenía un año de edad, la madre logró desintoxicarse del consumo de crack. El 2 de enero de 1991 decidió salir a la calle tras haber permanecido en una clínica durante algunos meses, y ese mismo día apareció estrangulada, y tal vez violada, en un parque cercano a su casa. Además, el asesino intentó prenderle fuego, pero los pantalones vaqueros no ardieron y la ropa quedó impregnada de gasolina. El caso, casi veintitrés años después, sigue sin resolverse.
Tras esta fatalidad, Orlando Johnson quedó bajo el cuidado de su abuela en una casa situada en Seaside, una pequeña ciudad del condado de Monterrey, en el estado de California. Nada más y nada menos que dieciocho personas habitaban en la casa, ubicada en una colina y provista de rejas en las puertas y ventanas para prevenir robos, ya que el barrio estaba situado en una zona rodeada de drogadictos.
Una noche de Navidad, cuando Orlando tenía seis años, Robbie, su hermano mayor, estaba en la Universidad y tenía recados pendientes, por lo que envió a su novia a recoger a Orlando de casa de la abuela y llevarlo al hogar de Robbie. Al cabo de una hora, la casa en la que habitaba Orlando Johnson se incendió a causa de un calentador defectuoso. La ubicación de la casa, en lo alto de una colina, y las rejas que protegían el hogar dificultaron la labor del cuerpo de bomberos para sofocar el fuego. Como resultado del incendio, cuatro familiares de Johnson fallecieron en el acto: dos primos, una tía y su anciana bisabuela.
El otro hermano de Orlando, Jamell, salió raudo y veloz de su trabajo cuando se enteró de la catástrofe, y llegó a la casa cuando todavía estaba ardiendo. Por lo que él sabía, Orlando estaba dentro, y no fue hasta su llegada al hospital cuando se enteró de la identidad de las víctimas. Fue una suerte increíble para el actual jugador de Indiana Pacers, pero sin duda una desgracia sobrenatural tras perder a cinco familiares entre las edades de uno y seis años.

Una sucesión inexplicable

Orlando aún no entiende cómo le pudieron suceder tantas fatalidades en tan poco tiempo: “Estuve aislado durante un tiempo, porque estaba muy herido por todo lo acontecido. No comprendo por qué me estaba pasando todo eso y en ocasiones aún me lo cuestiono. Pero tengo la creencia y la fe de que mis hermanos y mi abuela me inculcaron que todo sucede por una razón. Cuenta tus bendiciones y sé agradecido”.
Después de otro infortunio, la abuela de Orlando lo quería cerca de ella el máximo tiempo posible, pero sus hermanos querían incrementar las posibilidades de éxito de un niño enérgico y con cualidades atléticas notables. Mientras que la casa incendiada era reconstruida, Orlando comenzó a pasar más tiempo en el hogar de sus dos hermanos.
Pero aquí no acaba todo. El cúmulo de la desgracia llegó cuando Orlando tenía 11 años. Su abuela, que había ejercido el papel de madre durante toda la infancia, estaba sentada en el sofá de su casa hablando por teléfono con un vecino, cuando de repente su corazón dejó de latir y falleció allí mismo. Él estaba en la escuela en ese momento y recibió una nota para ir directamente a casa al terminar sus clases. Al llegar, encontró a su familia angustiada tras haber perdido a la figura fundamental de la familia en ese momento.
A partir de ese instante, los dos hermanos, Jamell y Robbie, se hicieron cargo del niño. Ambos tenían establecidas sus propias familias, pero, lógicamente, también debían dedicar su vida a la protección y enseñanza del hermano. Jamell asumió más la figura de padre y le aconsejó sobre los asuntos cotidianos de la vida, mientras que Robbie hizo de tutor en el apartado deportivo. “Hemos sido duros con Orlando, pero queríamos lo mejor para él. Nosotros no permitimos que hiciera ciertas cosas, porque nuestro objetivo era protegerlo”, comentó Robbie.
A partir de entonces, ambos hermanos se implicaron en la vida deportiva de Orlando, quien alternaba el fútbol americano con el baloncesto. El verano después de su temporada júnior, Jamell y Robbie lo llevaron por diferentes canchas de baloncesto del norte de California para que mejorase sus habilidades y, de paso, atraer la atención de los entrenadores de equipos universitarios. Tras ese verano, Orlando llegó a recibir hasta 13 ofertas de beca para jugar al baloncesto.
Además de sus hermanos, Orlando Johnson tuvo otras influencias, como Paul Alioto, su entrenador en esa época, quien, en ocasiones, despertaba al joven a las cinco de la mañana para llevarlo a la escuela y que pudiera entrenar antes del inicio de las clases. En su último año, Orlando promedió 25 puntos y 12 rebotes para liderar a su equipo y contribuir para que fuera campeón de conferencia. Si hay algo que caracterizara al chaval, era su capacidad para aceptar desafíos y superar sus objetivos con creces.

Exitosa carrera universitaria

Posteriormente, recibió una oferta del equipo universitario de San Diego State, pero, tras dialogar con sus hermanos, se matriculó en la Universidad de California Santa Bárbara, conjunto que entrenaba el actual técnico de Denver Nuggets Brian Shaw. Orlando Johnson se mostró convencido de que se convertiría en el jugador más valioso de la liga, y sus deseos se hicieron realidad. Fue nombrado MVP de la conferencia en su segundo año con un promedio de 19.6 puntos, convirtiéndose así en el máximo anotador de la historia del equipo universitario, lo que le llevó a sus dos primeras apariciones en la NCAA.
Fue tras su temporada júnior cuando Orlando Johnson se vio capacitado para ser elegible en el draft de la NBA, pero se retiró unas horas antes de la fecha límite tras aceptar los consejos de sus hermanos. Una decisión que le permitió acudir a los Juegos Mundiales Universitarios con Estados Unidos esa misma temporada.
Tras pasar otro año en la universidad, Johnson sorprendió a propios y extraños durante los entrenamientos para los equipos de la NBA. El día del draft, en el año 2012, tenía muchas esperanzas de ser escogido en primera ronda, pero David Stern no pronunció su nombre entre los 30 primeros. Fue un gran mazazo para Orlando, convencido de que algunos jugadores elegidos antes que él eran inferiores.

Una llamada salvadora

Sin embargo, unas horas más tarde recibió una llamada de Frank Vogel, técnico de Indiana Pacers, que le alteró el ánimo. El entrenador le comunicó que iban a negociar para que Sacramento Kings lo escogiera en la sexta posición de la segunda ronda, a cambio de 2.5 millones de dólares. Los Pacers consideraban que se trataba de una buena inversión que podría ser amortizada durante la duración de su contrato. Larry Bird, que ya había puesto sus ojos en el chico, le ofreció más de dos años de contrato por un poco más del salario mínimo.
Fue una apuesta un tanto arriesgada, pero a los Pacers, esta vez, les salió muy bien. Pese a los 3.9 puntos y 2.1 rebotes que promedia en el equipo de Vogel, la confianza depositada en Orlando Johnson es muy alta. El cuerpo técnico y los jugadores del conjunto de Indiana valoran la madurez y la ética de trabajo del escolta. “Orlando ha sido una de las personas más trabajadoras aquí. Llega temprano, se queda después del entrenamiento, viene a practicar en los días libres, a altas horas de la noche… lo hace todo”, declaró Paul George, jugador franquicia de Indiana Pacers.
De vuelta a su ciudad, Orlando Johnson construyó una academia de baloncesto junto con sus hermanos, con especial atención en los niños con una trágica infancia, que crecen en circunstancias similares a las suyas. Él ya ha superado una gran cantidad de adversidades, pero piensa que aún tiene un largo camino que recorrer. Esta frase resume el espíritu de superación de Orlando Johnson: “Voy a tirar para ser una de las estrellas. Si me quedo corto, lo habré intentado, pero nunca voy a conformarme con ser el segundo mejor”. Que así sea.

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