Imaginar mientras juegas


José Ángel Caperán
 
Los gurús de la autoayuda siempre han dicho “si lo puedes imaginar lo puedes lograr”. Sin embargo, cuando de lo que se trata es de que el cuerpo de un futbolista reproduzca el movimiento que está imaginando (un regate, un tiro a la escuadra, un córner, un remate de cabeza…) la cosa no es tan sencilla y los psicólogos del fútbol bien que los sabemos.
Lo que está claro que si no lo imaginas, si no “te ves” haciéndolo no podrás hacerlo, y si puedes no podrás repetirlo.
Para que la imaginación tenga éxito, es decir, para que consigamos realizar el movimiento que hemos imaginado, hay varias cuestiones previas a responder: ....



¿Sé cuál es el movimiento perfecto? Aquí se pone en juego el conocimiento futbolístico del deportista. Por un lado, su talento innato, es decir, sin necesidad de entrenador, sabe qué movimiento es conveniente en cada momento y lo tiene automatizado de tal manera que puede imprimirle toda la velocidad y fuerza de la que sea capaz. Y, por otro lado, su capacidad de aprendizaje. Muchos jugadores no son especialmente talentosos técnicamente pero su gran capacidad para asimilar las enseñanzas de sus entrenadores y de reproducir constantemente los movimientos de sus ídolos hace que logren una exactitud técnica muy correcta.
¿Soy capaz de imaginar mi cuerpo en movimiento, desde mis propios ojos (no desde fuera), fotograma a fotograma, sin saltos en el tiempo, con total nitidez? Hay futbolistas que sólo son capaces de verse –mentalmente- las piernas, otros sólo el balón, otros ven su cuerpo pero no ven el balón, otros no se ven en movimiento, otros sólo son capaces de verse desde fuera como por televisión… Una buena señal es que cuando intentamos imaginarnos un movimiento esa parte del cuerpo implicada se activa e, incluso, se mueve o tiembla sin que lo hagamos conscientemente.
Sin embargo este proceso mental debe ser nítido y perfecto: debo imaginar el movimiento sincronizado de todas las partes de mi cuerpo implicadas, y cada parte realizando el movimiento exacto (cuello, hombros, codos, caderas, rodillas, tobillos y metatarsos).
Los jugadores talentosos tienen esta cualidad en su disco duro que, sin embargo, es importante actualizar con entrenamiento psicodeportivo periódico, porque es fácil perder esta plantilla mental del movimiento perfecto si no se practica y se supervisa por el psicólogo deportivo: por el crecimiento, por las lesiones y por los cambios en la técnica.
Y, por último y más importante ¿Soy capaz de que el estrés de un partido no provoque cambios en mi cuerpo (como agarrotamiento muscular) que perjudiquen la realización exacta de lo que imagino? Es más ¿Puedo imaginar lo que quiero hacer durante un partido cuando vamos perdiendo?
Por lo tanto el trabajo del psicólogo deportivo es fundamental en la asimilación y desarrollo técnico del futbolista, así como de su puesta en acción en partidos de competición:
  1. Enseñar al futbolista a imaginarse realizando esos movimientos exactos de todas las articulaciones del cuerpo implicadas de forma sincronizada.
  2. Enseñar al futbolista a actualizar la “plantilla mental” adecuada, la que “quiere hacer”, como un córner o una carrera por la banda con el balón, en situaciones de estrés (una final, un gol en propia puerta, un penalti, ir perdiendo, etc).
  3. Enseñar al futbolista a regular, por un lado, sus pensamientos e imágenes mentales, y, por otro lado, su tensión muscular y su respiración de manera que su cuerpo esté en disposición de ajustarse a “lo que quiere”, ejemplo: Puedo remontar como aquella vez que lo logré y que ahora puede recordar con nitidez y “pasar” este recuerdo a mis músculos que están centrados en la decepción por el gol encajado.
¿Estás trabajando estos aspectos o estás basándote en la improvisación de tu talento innato?

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