Un pichichi en paro

La Opinión de Málaga
Hasta que comenzó la crisis económica, un buen delantero en categoría nacional –incluidas Segunda B y Tercera División– podía vivir del fútbol. Los equipos les proporcionaban buenos dividendos y en determinados casos hasta vivienda y un puesto de trabajo complementario a los entrenamientos. Pero aquello ya pasó. A 24 horas de cumplir 24 años, David Pino Gálvez volverá a salir hoy a la calle para buscar empleo. Ni siquiera ser el goleador más en forma de los dos grupos andaluces de Tercera le otorga una salida económica en estos duros tiempos.

El ariete del Vélez CF anotó el pasado fin de semana un triplete frente al Carboneras que le ha situado, con 24 goles, en lo más alto de la clasificación de realizadores del grupo IX de Tercera. Y ayer, con impagos que acumula de su club, unidos a las dificultades económicas que atraviesa su familia, volvió a visitar las oficinas veleñas del Servicio Andaluz de Empleo con la esperanza de cambiar su rumbo. «Cuando estaba en el juvenil del Málaga y llegué a debutar con 18 años en Segunda, en el campo de El Molinón y con «Lobo» Carrasco como entrenador, decidí dejar los estudios. Es algo de lo que me arrepiento. Pero al menos he vuelto a coger los libros, por la imposibilidad de encontrar trabajo, y acabo de terminar la ESO». Su próxima meta es acceder a los estudios de grado superior e intentar formarse como técnico en Educación Física. Así le sería más fácil obtener la salida laboral que se quedó en promesa: «La pasada temporada estuve en racha después de militar en el Marbella, y fui el segundo máximo goleador de Tercera en Extremadura. Volví a mi pueblo porque me mostraron un proyecto bonito, con unos nombres importantes y la posibilidad de tener un trabajo en lo que me gusta, el deporte. Pero la cosa no ha ido como me dijeron. Ni hay dinero ni un empleo que me ayude a sobrevivir, y lo único que espero es que el fútbol se recupere, porque nunca ha estado tan mal». Seguido por muchos conjuntos. David Pino no oculta su alegría al haberse encaramado a lo más alto de la tabla clasificatoria. Es lo más positivo de una campaña que no ha sido ni de lejos la que esperaba vivir en términos monetarios. «Tenía mucha ilusión en jugar en el equipo de mi pueblo; y pensé que para jugar en Tercera División en Cáceres, tan lejos de aquí, que sería mejor volver a mi tierra durante este año. No ha ido todo lo bien que esperaba, pero a nivel personal no me puedo quejar por la racha goleadores que tengo en el bolsillo, pase lo que pase en las últimas jornadas», manifiesta. De hecho, a pocos técnicos escapa que formar parte de un conjunto tan «irregular», tal y como ha marchado esta temporada el Vélez –casi siempre en la zona baja y con escasa renta sobre las plazas de descenso–, le confiere todavía más mérito al listón que ha marcado este joven veleño. Él sostiene que no sabe dónde continuará su periplo como jugador dentro de unos meses. Pero media docena de escuadras de Segunda B o que optan al ascenso han fijado ya sus ojos en este artillero autodefinido como «polivalente». Ojalá que pronto, por su todavía temprana edad, pueda recuperar sensaciones como las que vivió en Gijón, al debutar con el filial malaguista en Segunda, o en Lorca, donde dio el gol de la victoria al Marbella en una fase de ascenso. Del debut soñado en El Molinón a buscar dinero «donde sea». David Pino Gálvez empezó en esto del fútbol con apenas cuatro años. En una familia marcada por el éxito en el balompié, la escuela del Vélez CF lo acogió al dar sus primeros pasos. Luego pasó a los alevines del Torre del Mar, regresó al club veleño en edad infantil y, como cadete, otra vez tomó el camino de la camiseta torreña –volvió a cambiar el blanco por el rojo–. En ese instante fue elegido para defender los colores de la selección provincial cadete y así firmó con el Málaga. Su meteórico ascenso le deparó con 18 años el debut soñado en Segunda División. Fue en El Molinón, donde más de 15.000 personas vieron cómo saltaba al campo con el Málaga B (Lobo Carrasco le sustituyó casualmente por la ahora estrella sportinguista Diego Castro). Pero las lesiones cambiarían luego su rumbo. Pasó por El Ejido, Algeciras y Marbella, sin demasiada fortuna, hasta que el Vélez llamó a su puerta. Ahora busca dinero «donde sea».

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