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El exigente, y a veces feroz, contexto futbolístico, zarandea a
diario e indistintamente la seguridad a la que nos arrastra la sucesión
de varios buenos resultados y nos empuja hacia un precipio del que solo
podremos escapar si ganamos y volvemos a ganar, pues serán muchos
quienes, cuando vengan mal dadas, correrán a maquillarse de erudición
futbolística, y llenarán nuestros bolsillos de pesadas e infundadas
piedras que no harán más que complicar nuestro equilibrio en este ya de
por sí, inestable ecosistema.
Esto es y seguirá siendo así, que nadie se sorprenda, que nadie se
queje, que nadie exija comprensión y tiempo al entorno, que nadie busque
culpables…¡Todos estábamos avisados! …Si desechaste la recomendación de
tu madre cuando te dijo que cogieses una chaqueta para evitar el
posible frio…No culpes al tiempo, ni a la noche, ni a la ausencia de
cobijo femenino, cuando la realidad, como siempre, le otorgue la razón a
tu mejor consejera.
Debemos manejarnos en un circo en el que la dictadura de la victoria
acorrala todo atisbo de comprensión, justificación, confianza, al tiempo
que reserva sus mayores privilegios e inmunidades a los anhelados 3
puntos…Si vences, se te absuelve de todo, tus jugadores son mejores y
tu forma de trabajar es idónea, si empatas, puede que tengas otra semana
para volver a intentar ganar, pero como pierdas amigo, todos sabemos
que estas jodido.
Y sí, podrás contar al que te paga ciento y una milongas acerca de tu
manera de planificar, tu interesante forma de entrenar, tus atractivas
ideas futbolísticas, tu novedosa metodología de trabajo, tu actuación
diaria acorde a los últimos avances científicos en el campo….pero déjame
sugerirte amigo, bajito y al oído: Mientras tu casillero de puntos no
muestre a tu “jefe” lo que este ansía ver, su capacidad de escuchar
sufrirá una más que importante avería.
Así, si la competición se presenta como nuestra única e implacable
vara de medir, obviar los a veces considerados como insignificantes y
pequeños detalles que envuelven a esta, debería de considerarse (a
menos que nuestro caché y rentas todavía den para mucho), como un
peligroso acto de suicidio gratuito, pues serán en muchas ocasiones
estos, los que condicionen la cantidad de puntos que sumamos a nuestro
“saco de valía”.
Milímetros de terreno, pie o mano que condicionan paradas o goles,
segundos de anticipación que derivan en éxito o fracaso para nuestro
equipo, disputas y duelos en zonas a priori no críticas que emanan
desequilibrios grupales con resultados desastrosos, jugadas puntuales
que motivan el devenir de un encuentro, pequeños detalles que potencian
estados emocionales victoriosos..¿Podemos controlarlos?, ¿Podemos
entrenarlos?, si deciden marcadores finales… ¿deberíamos resignarnos al
hecho de que nuestro buen hacer a veces está condicionado por el valor
de pequeños e incontrolables detalles?, ¿Cuántos goles encajados,
partidos perdidos, fracasos en torneos, entrenadores cesados…por unos
cuantos “pequeños detalles”?.
¿No será que seguimos dando valor a lo que (al menos para el fútbol) realmente no lo tiene?
¡Que el milímetro y el segundo te acompañen compañero!
Un fuerte abrazo
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