"¿LOS EQUIPOS TRABAJAN EN EQUIPO?/1.

Sun Tzu, el padre del pensamiento estratégico, escribió: "Ganará aquel cuyas filas estén unidas por un propósito". Esto es más importante que nunca en el fútbol, así como que las corporaciones creativas necesitan de: "Una idea compartida, una identidad clara, así como incentivos que conformen el comportamiento... Hace 35 años, durante la guerra de Vietnam, el Vietcong tenía las tres; las fuerzas de los Estados Unidos, ninguna. Estos cuantos principios interrelacionados aseguran la coordinación, al tiempo que permiten la flexibilidad" (Según "Karaoke Capitalism"). El fútbol es la guerra misma, una competición llena de batallas singulares que hay que ganar cada semana. Los equipos acabarían desintegrados si no ganan un número de partidos razonable. Lo más difícil, sin duda, es mantener un equipo unido si no ganas con regularidad.

Por otra parte, pienso que un equipo existe cuando las personas se relacionan entre sí, positivamente. Sin embargo, los miembros del equipo no conocen muchas veces la visión de su empresa, su auténtica misión particular en el trabajo y, por eso, una mayoría señala sus límites vitales "Yo estoy a lo mío y no quiero saber nada más..." Mal síntoma. Cuando las personas en las organizaciones no saben muy bien lo que hacen los demás, exclusivamente hacen su "tareíta" y, encima, critican a discreción, esa organización está enferma de alguna manera. Quizás por eso el autor de temas empresariales Harriet, insistía: "Una visión es el perfume de la mente. Huela la diferencia". ¿Cómo es posible que muchos equipos de fútbol no trabajen en equipo? A mí me suena a paradoja...

Xavi Pascual, el entrenador de baloncesto del Regal Barça, dice en su libro "Pensar en el equipo": "Los entrenadores no tenemos varitas mágicas, ni utilizamos pociones; el grupo ha de querer lo mismo que tú quieres. Cuando hay un compromiso por parte de todos para generar equipo, todo se vuelve mucho más fácil". Y son muy ilustrativas sus percepciones: "Normalmente, estas desavenencias surgen porque los jugadores pueden estar celosos entre ellos, o sienten envidia o incluso un cierto odio inconsciente del otro porque no juega tanto como él, y en un deporte donde hay tanto contacto físico, es muy fácil que empiece a haber golpes más fuertes o no demasiado inocentes. Se ha de intervenir". Y apunta una verdad fundamental: "Una de las cosas que me atraen del baloncesto - y del resto de deportes de equipo - es que la excelencia solo se puede conseguir a partir de la colectividad, es decir, cuando se ponen en común las individualidades de cada uno de los miembros que forman el equipo con el objetivo de conseguir lo que te hayas propuesto para aquel partido, para aquella competición, para aquella temporada". Y haciéndose preguntas nos da excelentes respuestas: "¿Cuándo un jugador forma parte del equipo? La respuesta es sencilla: cuando nunca antepone su interés individual al colectivo". Me clarifica mucho lo que quiero expresarles.

Porque los resultados de hoy, con demasiada frecuencia, son la consecuencia de las soluciones del ayer. Es la relación causa-efecto que Peter Senge explicaba en "La Quinta Disciplina", cuando desarrollaba sus ideas sobre el "pensamiento sistémico". De ahí que muchos equipos cambian al entrenador y los resultados aparecen seguramente por el trabajo acumulado del anterior técnico. En cualquier caso, siempre he pensado que el aprendizaje en equipo comienza fuera del campo de juego, con el diálogo, con el fomento de la capacidad de los miembros del equipo en relacionarse, en entenderse sobre todo en la vida particular. Reflexionemos, si no, sobre nuestro propio trabajo en la empresa: ¿Hacemos reuniones sistemáticas con nuestro equipo de trabajo? ¿Conseguimos participar o proponer ideas de mejora? ¿Opinamos sobre los cambios, tanto los relativos a nuestro propio desempeño como sobre el de los demás? ¿Las decisiones ya están tomadas antes de celebrarse las reuniones?

Incluso, si un jefe no admite otras opiniones, seguramente no se considera parte de un equipo; como mucho formará parte de un grupo. De ahí que los equipos de fútbol deben funcionar de manera integrada, tanto en los aspectos técnicos, como tácticos, mentales, etc. El Milán italiano, temporada 2010/11, cuando confeccionó una gran plantilla de individualistas, todos los comentarios especializados y las apariencias externas señalaban que no habían elaborado un equipo sino que habían fichado solo a jugadores estrella, incluso que sus cualidades se solapaban por lo que se perjudicarían mutuamente. Era fácil aventurar la dificultad del técnico para concatenar virtudes y defectos. En la sombra se comentaba que el presidente Berlusconi apostaba por Ronaldinho, Robinho, Ibrahimovic, Pato, etc., en el equipo, dando la eterna sensación de que se trataba de un equipo de autor como en su día actuó Florentino Pérez con sus galácticos. La realidad práctica es que han acabado siendo campeones de la Liga italiana. Y la auténtica realidad es que el entrenador Allegri ha hecho equipo respetando a las individualidades de igual manera...

Ninguno de nosotros, individualmente, es tan inteligente como todos nosotros juntos. ¿Si Messi pierde el balón varias veces intentando penetrar en el área contraria, los compañeros se lo permiten o le reclaman que no la vuelva a perder? Esto ocurre en todos los partidos y se acepta con normalidad porque los papeles están así designados con anticipación en un equipo que se precie. En otros partidos de fútbol surge una aparente inhibición de cualquier jugador y el compañero de al lado se lo podría tomar como dejación. Es ahí en esas situaciones cuando deberá aparecer el entrenador, como líder integrador, para conjugar los distintos intereses de todos los miembros del equipo, y reparte los papeles de cada cual. Esa es la auténtica labor para formar equipos cohesionados. De hecho, cuando Zlatan Ibrahimovic llegó a la plantilla del Milán, Arrigo Sacchi había opinado: "...Le cuesta amoldarse a los otros". Experiencia que Guardiola había sufrido el año antes con el Barcelona.

Y el entrenador de los mayores éxitos del Milán aseguraba: "Un solista no puede tocar en una orquesta. Ibra es un gran solista... El Barcelona es una orquesta y él no se encontró. Tiene talento pero no aprovecha la sinergia de los otros... El problema es de fútbol pero también de carácter. Siempre juega solo". Y Sachi insistió: "Si Pep Guardiola, que es un hombre y un entrenador extraordinario, llega a ganar esta apuesta hubiera sido increíble. Es más fácil mejorar el pie que la mente... En Italia se juega un fútbol raro. Prima la individualidad sobre el colectivo" ¿Guardiola fracasó en la labor de equipo por no haber conseguido la integración de Zlatan Ibrahimovic? ¿Doble mérito, entonces, del actual entrenador del Milán señor Alegri? El fútbol italiano siempre ha destacado por sus capacidades tácticas, y para ello es fundamental la colaboración y participación de todos los futbolistas del equipo. Las cosas nunca son por casualidad, igual que no confío en una relación causa-efecto en cuestión de horas, como esos equipos que sustituyen al entrenador un martes y el domingo siguiente las crónicas deportivas reflejan mejoras importantes, incluso en la preparación física de los jugadores.

En mi libro "La Ignorática y el fútbol", capítulo 7.2., ya apuntaba: "¿Se puede planificar la espontaneidad?". Y desarrollaba mi teoría particular de la "Ley del Uno". Concluía en que "Todo equipo de fútbol empieza en el UNO y acaba en el UNO". El equipo ganará si eliges buenas individualidades, las haces funcionar en equipo y, finalmente, la individualidad elegida resuelve en los momentos clave. Aunque también utilizaba la máxima de Z. T. Carlyle: "Yo no creo en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual". De ahí que siga cuestionando: ¿Todos los equipos trabajan en equipo?

MAROGAR (Junio.2011)

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