En todos sitios se cuecen habas, por José Manuel Hernández.

Parafraseo y me valgo de este antiguo (que no viejo) refrán para encabezar el texto porque, como todos los refranes, en su gran mayoría al menos, no podría ser más acertado.

En estos tiempos locos de la sociedad del ocio y el consumo dónde no sirve la pausa ni el control y lo que prima es la velocidad y lo global, no es, por desgracia, excesivamente sorprendente encontrarnos con ciertos trápalas de mala saña que malinterpretan intencionadamente la figura de la picaresca. Qué tendrá que ver esto con el fútbol y sus entrañas, se preguntará quién lea esto, pues casi todo, y me explico.

El deporte profesional hoy en día, en mi opinión es comparable al mundo del espectáculo, de hecho es negocio en sí por la parte de espectáculo que conlleva, en Estados Unidos ya conectan directamente uno y otro concepto, aquí, aunque no lo creamos, aún nos cuesta. Como en todo negocio surgen problemas y conflictos de intereses y fruto de ello, como casi en todo en la vida, siempre hay alguien que prefiere pasar por el atajo sin pagar peaje, algunos lo consiguen y hacen trampas sin que les cojan, a otros, esperemos en su gran mayoría, no.

Muchas leyendas e historietas hay en éste loco mundo del fútbol como negocio global y de masas que es, y los conflictos de intereses que alrededor de él surgen.

En lo que a Granada respecta, no podía ser menos, y a la archiconocida teoría de la conspiración judeo-masónica del 25-J se añaden otras muchas realmente curiosas cuanto menos.

El otro día me comentaba un buen amigo futbolista, lo mucho que le costó rechazar de plano una jugosísima oferta por hacer perder a su equipo en una fase de ascenso en el fútbol semiprofesional, en ese en el que si no cobras no comes, dinero en metálico, contratos para futuras temporadas ¡hasta un dúplex¡ han llegado a ofrecer en algunos casos acaudalados caciques deportivos cuyos intereses se ponían en juego en la ruletita rusa de si la bolita entra o no dentro de los tres palos en éstas categorías “menos profesionales”.

Curiosa también aquella de un portero que supuestamente ya hace años sucumbió a la tentación, pero vencido por el sentimiento de culpabilidad en el descanso entre tiempos del crimen (partido) rompió a llorar confesándolo a sus compañeros, nunca volvió a ser el mismo, y desde entonces su carrera cayó en picado cuan alma en pena en busca de redención, ese futbolista pasó por nuestra provincia…. Ya siendo un valor a la baja y estigmatizado por aquella debilidad.

Los hay perversos, los hay íntegros, listos, tontos… tramposos hay de muchas formas y colores, pero hay una clase ante la que siempre sucumbimos de manera tortuosa, porque los hay que por desgracia tienen que comer, como todos, pero que desgraciadamente no cobran por su verdadero trabajo, antes eso era una excepción, últimamente, en los tiempos que corren también vale el “como todos” para esta parte de la frase.

No hay comentarios: