Arturo pasó su juventud futbolística en la cantera del Deportivo Alavés, club en el que debutó en 1996 sustituyendo a todo un icono como es Pedro Riesco (imperdonable que todavía no tenga su homenaje).
En esa época parecía que tenía madera de buen delantero, y el Athletic de Bilbao pagó en verano del 98 nada menos que 348 millones de las antiguas pesetas (poco más de 2 millones de €) y le estableció una cláusula de 2.000 kilos que reportarían pingües beneficios a las arcas bilbaínas en caso de que se convirtiese en el delantero que prometía ser. Sin embargo, esa temporada 98/99 la pasaría cedido en el recién ascendido club vitoriano para no frenar su progresión. Su indiscutible titularidad y los 5 goles anotados a lo largo de esa temporada convencieron a los técnicos del Athletic para hacerle un hueco en la plantilla. Lamentablemente, el hecho de no llegar a convertir en los 13 partidos disputados a lo largo de la campaña 99/00 no sirvió para confirmar las buenas expectativas que se tenían sobre él.
Decepcionado por la falta de minutos y de fortuna ante el gol, agachó la cabeza y aceptó irse cedido a 2ª división, al Córdoba primero y más tarde al Leganés, equipo en el que permanecería hasta el verano de 2003. Y precisamente ese verano supondría un punto de inflexión para el bueno de Sívori, ya que decidió firmar por el modesto Cartagena de 2ªB. En el club murciano encontró la estabilidad y los minutos necesarios para disfrutar plenamente del fútbol, llegando incluso a colaborar en una escuela de fútbol en la que enseña a los niños a no caer los errores que él cometió y que le alejaron de la gloria balompédica que algún día creyó vislumbrar.
Finalmente recaló en el Aguilas, y allí lleva un par de temporadas dando detalles de su calidad, donde afortunadamente he tenido la ocasión de verlo en acción un par de veces.
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