La opinión de Oscar Cano.

PEP GUARDIOLA Y SUS PROPÓSITOS

Decía Iniesta en rueda de prensa que este Barça es una idea. Y no le faltaba razón al jugador manchego. Es una idea contenida en el cerebro de su entrenador y que ellos la interpretan como nadie. A diferencia de otros muchos líderes, Guardiola sabe que la expresión procedimental de esa forma de jugar únicamente pueden ejercerla sus futbolistas. Él, como no juega, sólo puede evidenciarla de manera declarativa. Así que su intención original, una vez nombrado responsable del primer equipo del F. C. Barcelona, tuvo que ver con rodearse de jugadores que se manejaran en esa clave balompédica. Por eso desvía los elogios hacia los que verdaderamente los merecen. Otros se hubiesen postrado en el pedestal del ganador, andarían preocupados por orientar las cámaras hacia sus métodos. Un discurso que tiene en cuenta, como diría Henrik Ibsen, el acuerdo entre contenido y forma.

Cuando la cultura de La Masía parecía entregarse a lo cotidiano, a ese fútbol globalizado que tiene como esencia la hipertrofia muscular y una cantidad innumerable de decisiones incongruentes, la irrupción estimuladora del catalán enderezó el rumbo recordando que con los valores extraordinarios no se negocia.

Desarrolló como jugador una sencillez enigmática para hacer convivir cosas aparentemente opuestas, como la de dar velocidad a la circulación del balón desde esa musculatura débil y de contracción lenta. También nos demostró que la mejor manera de defender es conseguir, mientras estamos en posesión del balón, que el equipo rival defienda con todos sus efectivos.

Arrancado del contexto que él influencio como nadie, sus últimos años como jugador parecían tener el objetivo de reunir unos cuantos millones de euros más o el intento de no echar de menos aquello que había realizado durante toda su vida: jugar al fútbol. Pero tras esas aparentes razones había una no visible que determinaba la decisión de no apartarse del balón. Ser entrenador. De la mano de Lillo emprendió una aventura en México que nadie entendió, excepto el propio Pep que adivinaba que si quería dar forma a todo ese aluvión de vivencias futbolísticas, nada mejor que hacerlo junto a uno de sus grandes gurús, como él mismo ha reconocido en varias ocasiones.

De su mano, este Barcelona ha batido marcas que parecían intocables desde la perspectiva del fútbol moderno, aunque la mayor conquista tiene que ver con el respeto hacia aquellos para quienes fue diseñado este juego: la gente, los espectadores. Ha logrado mantener intacto el patrón de organización del juego de Cruiff, abriendo a su vez la puerta a la novedad como aspecto inherente a la evolución necesaria, es decir, ha restado previsibilidad a la concepción global del juego, ha agigantado la propuesta.

Su capacidad de reflexión, la elocuencia de sus palabras y la excelencia de sus propósitos lo convierten en un enemigo de lo establecido al que de momento salvan la rotundidad de sus resultados y la coartada que le otorga el haber sido un jugador de renombre internacional.

La seducción del enaltecimiento no le alcanza, ya que sabe que la acumulación de alabanzas esconde futuras traiciones. Por eso no precipita su ánimo hacia estados exultantes. Comprende que el libreto mercantil exigirá la aparición de nuevos personajes a consumir que le sustraerán su perfil más icónico. Que el mismo guión se encargará de venderlo como alguien raído por el desgaste al que somete la permanente aparición en escenarios públicos, que la derrota ninguneará al precursor de un estilo cautivador. Para entonces, repasando su manera de actuar, seguramente habrá construido nuevos desafíos para seguir enriqueciendo su vida a través de darles alcance.

Sus inquietudes no se ciñen al fútbol, superan con creces al balón y sus entresijos, por lo tanto esperen de él cualquier cosa, así como también prepárense para de nuevo verlo destacar. Hasta entonces gocemos del distinguido juego de los Xavi, Iniesta, Messi y compañía y guardemos el mensaje que deja su técnico y que tan bien lo pronuncia Alex Rovira: “lo que crees es lo que creas”.

No hay comentarios: