El fútbol provincial volvió este fin de semana a registrar otro incidente desagradable, en una temporada que, lamentablemente, está siendo pródiga en sucesos de este corte. El técnico Jesús Calzado, muy conocido en la base y por su brillante trayectoria en Preferente o Tercera, denunció haber recibido una paliza el viernes en un partido de Segunda Andaluza alevín (niños de edades entre 10 y 11 años) disputado entre el Tiro Pichón y el Lauro, que actuaba de visitante.
Un duelo sin trascendencia deportiva y entre niños dio paso a un suceso que ahora puede tener consecuencias penales y derivar en un juicio de faltas. El choque se suspendió y no se reanudó. Según recoge en el acta la árbitro, María Beatriz Torres Corral, tras una falta en el minuto 24, Calzado protestó con los brazos levantados y diciendo: «¡Esto no es normal, vaya faltas!». «Tras ser amonestado -reproduce el documento- entró en el terreno de juego un aficionado (identificado después) que se encaró con él en estos términos: '¿Pero no has visto que ya lo ha pitado, que solo estás alterando el partido?', tras lo que el entrenador le arrojó agua de una botella que tenía en la mano. El aficionado comenzó a empujarlo y entraron en una trifulca a la que se incorporan personas del público». Un detalle importante es que la persona a la que la colegiada se refiere como un aficionado resultó ser, presuntamente, Francisco Javier Llorente, que es el técnico del Tiro Pichón y que estaba sancionado.
El árbitro continuó así su relato de los hechos: «Entre la trifulca consigo ver a un aficionado vestido del equipo visitante que empieza a repartir golpes, y el delegado del cuadro local le da una patada a Calzado, que se agacha e intenta apartarse. Unas tres personas no identificadas le pegan patadas mientras estaba sentado y otras cuatro intentan separar, al mismo tiempo que se encaraban personas del público con directivos en el terreno de juego».
La Policía Nacional llegó a los pocos minutos y tomó declaración al agredido y a varios afectados. Calzado presentó parte de lesiones -además de hematomas, sufre un fuerte dolor costal- y estuvo hospitalizado en Carlos de Haya hasta el domingo, aunque ayer lunes regresó aquejado de alguna molestia interna por los golpes. El técnico está muy afectado por el suceso y tanto él como los dirigentes del Lauro, que han puesto el caso en manos de su abogado (que tramitará también una denuncia federativa), declinaron hacer declaraciones a este periódico para que no perjudicar la investigación.
Tampoco el Tiro Pichón quiso hablar. El coordinador de fútbol 7, Isaac Gordillo, que intentó mediar en el incidente para separar a los implicados, ha presentado su dimisión, pero aún ha de ser aceptada. Este periódico pudo conocer directamente su malestar por el suceso y la trascendencia que ha adquirido en las últimas horas.
El técnico malagueño Jesús Calzado logró el primer ascenso de su historia del Alhaurín de la Torre a Tercera División, y también dirigió en esta categoría al Antequera y al Estepona. Su último destino fue el Lauro (club de la localidad de Alhaurín de la Torre), para dirigir a equipo de las categorías inferiores y una entidad a la que llegó hace tres temporadas.
«Voy a dejarlo. Ahora mismo no quiero saber nada de fútbol. Soy un enamorado de este deporte y pensaba que nunca podría vivir sin él, pero después de lo que me ha pasado...» Quien habla es Jesús Calzado, el entrenador del equipo alevín del Lauro que el viernes recibió una paliza mientras disputaban un partido en el campo del Tiro Pichón.
«Ahora mismo tengo miedo», confiesa el técnico, de 40 años, de los cuales se ha pasado 24 en los banquillos de diferentes clubes y categorías. «¿Con qué valores puedo ayudar a unos chicos o a los alumnos –es profesor en la Escuela de Entrenadores– cuando el fútbol para mí casi se convierte en muerte?», se pregunta, «destrozado» por dentro y por fuera.
Asegura que necesitará «ayuda» para superar las secuelas psicológicas que le ha dejado la agresión. De las físicas se ocupan los médicos del Hospital Clínico, donde ha vuelto a ser ingresado –recibió el alta el domingo, pero tuvo que regresar el lunes– por una hemorragia interna a la que, dice, no encuentran el origen. «Me estoy desangrando», confiesa por teléfono desde la cama que ocupa en el área de observación. «Me han puesto ya tres bolsas de sangre». Ha hecho un recuento de los golpes por los moratones, «14 o 15», entre patadas y puñetazos. «Los más dolorosos, en la espalda, los glúteos y el costado izquierdo; noté un crujido, como si algo se rompiera por dentro».
Su relato de la agresión no coincide en algunos puntos con el acta arbitral, de la que ayer se hacía eco este periódico. «Yo no le tiré agua a nadie», aclara el técnico. «Únicamente protesté una acción del partido –considera que algunos jugadores rivales se emplearon con excesiva dureza– y el entrenador del equipo contrario, Francisco Javier Llorente, vino corriendo a por mí». Calzado no entiende cómo se le permitió permanecer en el campo cuando «estaba sancionado durante cuatro semanas por insultar a un árbitro», precisa.
Según la versión del entrenador agredido –este periódico intentó recabar el lunes la del Tiro Pichón, pero desde el club declinaron hacer declaraciones–, Llorente le habría dado un empujón. «Yo tenía una botella de agua en la mano y, al achucharme, se derramó y le cayó a él en un brazo. Con el otro, me dio un puñetazo que me dejó desubicado, y se le sumó el resto». No obstante, el acta arbitral refleja que Calzado le arrojó agua.
A partir de ese momento se originó una trifulca en la que, según el técnico del Lauro, intervinieron varias personas del equipo rival que no tendrían que haber estado en el campo. «Me tiraron al suelo, me pusieron la camiseta por encima de la cabeza y empezaron a pegarme entre siete. Fue un linchamiento en toda regla, fueron a matarme», añade.
Ninguno de los padres de los jugadores de su equipo pudo socorrerlo, ya que, dice, «no los dejaron entrar en el campo». Los niños, de 10 y 11 años, se quedaron sobre el terreno de juego. «Algunos se pusieron a llorar, o se fueron a una esquina. Mi delegado –al que, según afirma, también empujaron– consiguió abrir la puerta para que salieran».
Partido suspendido
Cuando cesó la agresión, Calzado pidió a la árbitro que suspendiera
el partido ante lo sucedido y que avisara a las Fuerzas de Seguridad.
«Ellos –se refiere a los implicados del equipo rival– no querían que
llamáramos a la policía y decían que, si abandonábamos, perdíamos los
tres puntos», apostilla el entrenador. Al final, cuando ya llegaban los agentes, asegura que recibió una amenaza que es capaz de reproducir literalmente. «Un chaval de unos 25 años se acercó a nosotros –a Calzado y a un responsable del Lauro– y nos dijo, señalándonos: ‘Espero que al Tiro Pichón no le ocurra nada por esto, porque si no, lo vais a pagar toda vuestra vida».
La policía ha remitido las diligencias al juzgado, que investigará el caso. Al parecer, uno de los implicados del Tiro Pichón –él sólo pudo identificar a dos de los supuestos agresores– ha aportado un parte de lesiones que atribuye a Calzado. «Están mintiendo», sostiene el técnico del Lauro. «Lo único que quiero es que no vuelva a ocurrir y que estos individuos nunca más puedan volver a pegar a un entrenador».
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