Por Montse García
Van Persie celebra un gol / Foto: lainformacion.com/Getty Images
El mayor enemigo de un futbolista no es su rival en el campo sino una lesión. Es por ello que la mayoría de los jugadores de élite tratan de cuidarse para evitar caer en sus garras y perderse parte de la temporada. Además de buena alimentación, vida sana y entrenamientos específicos, algunos utilizan otros complementos para mejorar su rendimiento, alejarse de las lesiones o recuperarse rápidamente de ellas. Las excentricidades de algunos rozan lo rocambolesco.
Cuando Robin van Persie se lesionó con la selección holandesa en 2009, el Arsenal puso el grito en el cielo. El esguince de tobillo le iba a apartar de los terrenos de juego unas seis semanas y decidió viajar a Serbia para ser tratado por la doctora Marina Kovacevic para acelerar su recuperación. En aquel momento era una novedosa y desconocida terapia consistente en masajes con placenta de caballo. En menos de diez horas y por unos 4.500 dólares los beneficios de los fluidos se hacían notar.
Según estudios científicos, comer la placenta de yegua puede reducir el riesgo de depresión postparto –no era el caso de van Persie- pero en inyecciones o friegas tienen una acción regeneradora al reparar fracturas y actuar como fuente nutritiva. Con resultados o sin ellos, el tratamiento se puso de moda entre numerosos futbolistas de la Premier como Glen Johnson, Albert Riera, Yossi Benayoun o Fabio Aurelio, que trataron de reducir el tiempo de sus lesiones a la mitad. En cualquier caso, no es algo perjudicial para la salud salvo para el bolsillo de los que no encuentren mejoría.
Un remedio menos estrambótico fue el empleado por Gordon Strachan para mantenerse joven y poder alargar su carrera profesional hasta los cuarenta años. El capitán del Leedsera muy organizado en todos los aspectos de su vida y la alimentación era uno de los que más controlaba. Para estar al 100% encontró el equilibrio nutritivo con una alta dieta en carbohidratos basada en avena, plátanos y pastillas de algas marinas. Según él, funcionaba y si pudo permanecer activo hasta tan avanzada edad fue gracias a las propiedades de esos nutrientes.
Tras colgar las botas y ejercer como entrenador, trasladó dicha pócima de la eterna juventud a sus jugadores, a los que controlaba minuciosamente en cada faceta de sus vidas. Les inculcó la importancia de la buena alimentación que él concebía aunque no todos compartían.
Wayne Rooney también hizo lo propio para recuperarse de una fractura en el pie derecho antes del Mundial de 2006. Para solucionar el contratiempo y llegar a la cita mundialista encontró la solución en una cámara de oxígeno que acelerase su recuperación al producir células rojas. En España, Raúl González levantó revuelo cuando adquirió una cámara hiperbárica para su casa. Pretendía ganar resistencia durmiendo en ella dos veces por semana y así lo hace desde hace ya cinco años. El habitáculo suplanta las condiciones que se producen a más de 7.000 metros sobre el nivel del mar. Su uso no solo ha sido asociado a puntuales jugadores. El Chelsea llegó a emplearla para todo el equipo titular dos días antes de cada partido combinando el oxígeno con nitrógeno.
Más rudimentario, pero efectivo, fue el método empleado por Matthew Upson para evitar el infierno de las lesiones. Éstas eran su principal quebradero de cabeza en el Arsenal, al tener problemas en una pierna provocados por una mala postura tras lesionarse los ligamentos cruzados. Acudió a ver a Ronald Holder que le aconsejó arrancar secciones de las páginas amarillas e introducírselas en las botas para corregir su postura. El invento le funcionó y logró corregir su problema.
En el extremo de los cuidados intensivos para prevenir males mayores se sitúa Petr Cech. Salta a la vista cuál es su flaqueza y principal fuente de preocupación. Ha recurrido a material de rugby para cubrir su cabeza desde aquella jugada en la que Stephen Hunt le fracturó el cráneo. Además, al ser trillizo los médicos aseguran que es más frágil que el de cualquier otra persona, por lo que las medidas de seguridad son necesarias. Recientemente, ha añadido un nuevo elemento para proteger su rostro. Se trata de un antifaz para aislar su nariz tras rompérsela en una nueva entrada. De seguir así, pronto se presentará en los partidos con una armadura medieval y continuará siendo insuficiente.
En el opuesto a los anteriores, el que evita tomar toda clase de medicamentos cuando ha sufrido algún percance. Gravesen, naturista reconocido, se alejó de todo producto químico y cualquier medicina que calmara su dolor, por muy fuerte que éste fuera. Las evidentes consecuencias conllevaron recuperaciones lentas y dolorosas que le apartaron de las convocatorias más tiempo del requerido. Para algunos sinónimo de fortaleza, cabezonería para otros e incluso síntoma de pereza por tardar el doble en reponerse. Fuera cual fuese el motivo, cada futbolista se enfrenta de manera diferente a los contratiempos: unos por exceso y otros por defecto.
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