Como el que recita una alineación, menciona a los miembros de su equipo de trabajo, incluso a los asimilados que ya estaban en el Deportivo. Si lo hace el entrevistado, justo es citarlos: David Doniga (segundo), Juan Ignacio Oria y José Ángel Franganillo (preparadores físicos), Manu Sotelo (preparador de porteros) y Carlos Morales (analista). A partir de ese instante, Víctor Sánchez del Amo se expresa siempre en la primera persona del plural. Una sola vez, sólo una, en toda la charla lo hace en singular. Cada palabra, cada detalle es un refuerzo del colectivo, como si repeliera la individualidad hasta cuando responde sobre su mejor delantero, Lucas Pérez. Es curioso que quien se educó en un lugar donde esos «valores se grababan a fuego», regrese mañana a ese sitio, convertido en el paraíso del concepto del que huye en cada palabra. Es el Bernabéu.
- ¿Cómo funciona su equipo?
- Siempre juntos, incluso cuando vamos y regresamos de la ciudad deportiva. Eso se transmite al vestuario, porque no sirve contar cómo eres, sino hacer lo que eres.
- Bonita frase.
- Tenemos otra mejor.
- Usted dirá.
- El fútbol no es así. [Risas] Si piensas que todo está inventado, te detienes. Por eso una parte fundamental de nuestro trabajo es pensar.
- ¿Cuánto piensa un entrenador?
- No lo sé. Nosotros lo hacemos mucho, lo fomentamos. El análisis es clave para saber más de tus jugadores, de tu equipo, de los rivales... Del análisis surgen ideas nuevas que aplicamos en los entrenamientos y en la preparación de los partidos.
Cuando Víctor llegó al banquillo del Deportivo, al final de la temporada pasada, había poco tiempo para pensar. «Era una situación de emergencia, con ocho partidos pendientes y la permanencia como objetivo». «Una vez conseguido -prosigue-, pensamos con detenimiento en qué necesitábamos».
- ¿Cuál fue la conclusión?
- Polivalencia, jugadores versátiles para podernos adaptar a situaciones y a sistemas diferentes. Habrá momentos para un ataque organizado, directo, por dentro, por fuera o para situaciones de contraataque. A nivel defensivo, lo mismo. Hay veces en que conviene una presión alta, un repliegue medio o situarse atrás. Por ello lo entrenamos todo. Concebimos el fútbol moderno como un todo. Si estás entrenado para varias situaciones, como jugador te sientes seguro.
- Eso quiere decir que están preparados para lo que proponga el primer Madrid de Zidane.
- Ese trabajo nos permite sentirnos capacitados para adaptarnos a lo que Zidane elija. Luego el partido dirá. Intuimos cómo pueda cambiar el Madrid, pero el gran cambio que esperamos es emocional y ambiental, en la actitud de sus jugadores y en la afición. Parece que el Bernabéu se va a llenar, lo cual es mucho más estimulante.
El Bernabéu es parte de la vida de Víctor, que decidió marcharse del Madrid tras conquistar títulos cuando intuyó que sus minutos serían escasos. Sin embargo, afirma que su fortaleza está en su crianza: «Desde los 11 años he convivido con la presión, forma parte de mí, lo mismo que los valores que se grababan a fuego en la cantera. Valores educativos que estaban por encima de todo, que eran innegociables. Esos son los que te permiten madurar y soportar la presión, el estrés».
La marca de Capello
Fijo en el primer Madrid de Fabio Capello, habla del italiano como del técnico que le descubrió la dimensión táctica del fútbol: «Apostó por mí. Fue el primero con el que entendí el análisis y la táctica. Hasta entonces nunca había recibido charlas donde se veían vídeos con los movimientos ofensivos y defensivos de los rivales, y la forma de contrarrestarlos. Con 22 años, fue un descubrimiento que me marcó».
- ¿Por qué es tan difícil ser entrenador del Madrid?
- Diría que de cualquier equipo grande, donde la exigencia es máxima. Pero si hablamos del Madrid, habría que diferenciar sus épocas, porque no ha sido lo mismo en toda su historia. Cada periodo depende de la plantilla y de la gestión que se haya realizado. Hay que analizarlo todo para saber las variables que influyen en el trabajo del entrenador.
- Si hablamos de periodos, la era Florentino da una media cercana al técnico por año.
- El trabajo del entrenador necesita criterio en la gestión del club y paciencia. Pero antes de eso, hay que tomar bien la decisión, elegir a un técnico cuyo perfil encaje con el proyecto deportivo. Después, seguimiento y paciencia. Si metemos otras variables, como la presión mediática, que desencadenan nerviosismo y precipitación, sucede como en la Bolsa.
- ¿A qué se refiere?
- A la volatilidad.
Por continuar con la metáfora, en el Deportivo que dirige Víctor se han disparado valores como el de Lucas Pérez. «Ese nivel lo ha alcanzado Lucas como otros jugadores porque se siente capaz. Nosotros les proponemos cosas, les ofrecemos herramientas y organización, y eso genera confianza. Lucas destaca por sus goles, pero yo diría que es consecuencia de todo el grupo. El talento necesita a la táctica para protegerse y alcanzar su máximo nivel. No tenemos 11 jugadores, sino 26, y gestionarlo no es fácil.
- Este Deportivo es muy diferente al Superdepor de Lendoiro en el que usted jugó.
- A Lendoiro le estoy agradecido. Hubo cosas buenas, ilusión y títulos, pero se generó una deuda tremenda. La directiva de Tino Fernández logró pactar y racionalizar la actividad. Ahora se paga al día y se está reestructurando el club de forma sostenible, no irracional. Seguir en Primera es clave, y ahí entro yo.
Primera y única primera persona del singular.
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