“Pedro juega al baloncesto en un equipo de la liga LEB. Lo primero que hace cuando llega al pabellón el día del partido es entrar en el vestuario. Siempre se desviste con el mismo orden y se viste para el partido metiendo el brazo derecho primero, la pierna derecha antes que la izquierda, se calza el calcetín derecho y la zapatilla derecha antes que las de la pierna izquierda. Besa la medalla que lleva siempre colgada al cuello y la guarda en el neceser.”
Viene al caso hablar de las manías y de la diferencia entre lo que son obsesiones y rituales “malos” y lo que son “manías buenas”. Todos somos conscientes que por mucho que se abroche o desabroche una pulsera, o por entrar en el campo con el pie derecho, o tocar madera, no vamos a alterar la suerte, TODOS LO SABEMOS, PERO TODOS LO HACEMOS. La pregunta es ¿dónde está el límite? ¿cuándo son solo manías y cuándo pasamos a padecer un cuadro clínico, un trastorno obsesivo compulsivo? Por simplificar, el límite está en cómo afectan estas manías a nuestra vida, cuánto tiempo nos ocupan y en cómo limitan nuestro trabajo, relaciones personales, familiares, etc. No es problema santiguarse cuando uno se sube a un avión aun no siendo creyente, pero es un problema lavarse 40 veces la mano cada vez que toco el pomo de una puerta; no es problema entrar con el pie derecho en el campo antes de salir a jugar, pero sí es un problema tener que tocar todo tres veces, o no poder pronunciar los números impares. ¿Te sientes libre a pesar de tus manías, puedes hacer una vida normal, o por lo contrario, te sientes atado, controlado por las manías, y con la sensación de que se te está yendo la cabeza con los pensamientos repetitivos que entran en tu cerebro sin que tú los puedas controlar?
Como no hay nadie perfecto, tienes derecho a tener tus manías, a decidir si haces el esfuerzo de dejar de hacerlas o si vale la pena cambiar y enfrentarte a la ansiedad que supone no tocar madera, no santiguarte, no repetir una idea, etc.
Consejo: Valora la inversión emocional que tienes que hacer para dejar de tener manías, sin son pocas, o se presentan en muy contadas ocasiones o no interfieren para nada en tu vida, aplica el sentido común y no te vuelvas loco por detenerlas. A veces las manías, incluso tienen su lado positivo, nos dan orden y nos preparan para lo que va a ocurrir. Por ejemplo, el jugador que se santigua antes de salir al campo, entra con el pie derecho y toca la hierba para estar en contacto con el partido, se está preparando para empezar a jugar, son los pasos que le dicen: esto empieza ya, VAMOS. En este sentido, yo no veo nada negativo. El problema aparece cuando las manías no dependen de algo que tú puedas hacer, como que en lugar de entrar con el pie derecho, esperes que algún jugador te dé la mano, vamos, una manía en la que tú no eres el único protagonista.
También debes plantearte plantarles cara si las manías, los rituales o los pensamientos obsesivos están bloqueando tu vida e interfieren significativamente con ella, cuando no puedes realizar tu vida de forma plena y libre. Entonces tienes que frenar y decir BASTA. ¿Has pensado en qué cambiaría tu vida si dejaras de tener las manías? Si, si lo has pensado, piensas que los planes no saldrán, que no aprobarás un examen, que no te llamará la chica o el chico del que estás esperando una cita. Pero te recuerdo que nada puede alterar la suerte o lo que vaya a ocurrir, salvo lo que dependa de ti: que estudies, que te muestres accesible al chico o chica o que planifiques planes viables. Por lo demás, puedes hacer los rituales o el pino con las orejas, sólo estarás perdiendo tu tiempo y estarás dejando que tu vida esté en manos de las manías. Proponte lo siguiente: prueba a no hacer los rituales o las manías un día y valorar las consecuencias de no hacerlas, ¿cambia en algo tu día? Piensa que en el momento en el que decidas liberarte de estas ataduras, lo normal es sentir ansiedad, incluso mucha ansiedad, pero que si eres capaz de aguantar y no hacer los rituales, la ansiedad alcanzará su punto máximo y luego empezará a bajar. Si de todas formas te identificas como un caso que crees que tú solo no podrás controlar, acude a un psicólogo clínico, existe un tratamiento muy eficaz para los TOC.
Eres libre para dejar de pensar en lo que te atormenta, solo hace falta decir BASTA cada vez que empieces a pensar en ello. No te recrees en lo que no puedes controlar, sólo vas a consumirte y no encontrarás soluciones. Recuerda, no depende de ti, apaga la lavadora que tienes en el cerebro, deja que desagüen las ideas que te atormentan y dirige tu atención a lo que sí depende de ti y además controlas. Un pensamiento sustituto a los miedos obsesivos por los que tú nada puedes hacer como “y si la analítica no sale bien”, “y si los niños se caen en la excursión”, es la idea de “LO QUE TENGA QUE SER, SERÁ”. Si ya te has hecho la analítico, si tus hijos ya se han ido con el autobús, ¿para qué le das más vueltas si ya no hay nada que tú puedas controlar? ¿para amargarte la vida hasta que te den los resultados o hasta que vuelvan los niños de la excursión? Di Basta y sustituye por LO QUE TENGA QUE SER, SERÁ.
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