El despacho de
Monchi, consejero y subdirector general
deportivo del Sevilla, está al fondo de la planta noble del estadio
Sánchez Pizjuán. Una puerta comunica con un cubículo de unos 10 metros
cuadrados en el que sus colaboradores devoran partidos de fútbol para
analizar jugadores. Buscan algo bueno y, sobre todo, barato. Monchi es
un veterano. Lleva más de una década escudriñando con más aciertos que
errores el mercado mundial. Este exportero con fama de fichar bien y
vender mejor —es el que ha hecho más caja este verano— ha vivido muy de
cerca el cambio en el fútbol español: de la Liga de las estrellas a una
Liga en venta. “Si ahora en una negociación se nos cruza un club inglés,
alemán, o uno de los nuevos ricos del Este, principalmente de Ucrania o
Rusia, ya podemos dar por perdido al futbolista. No tenemos capacidad
económica para competir con ellos. Solo Real Madrid y Barcelona pueden
hacerles frente”, cuenta. La sentencia radiografía una Liga que comienza
marcada por la abismal diferencia económica entre los dos grandes y el
resto. La distancia se ve reflejada en las plantillas con las que
compiten uno y otro, y queda agravada por una explosión exportadora que
ha llevado ya a que haya cerca de 300 futbolistas españoles jugando en
el extranjero. Este año, solo de Primera, 33 españoles han dejado el
país. Una cifra récord.
Esta pretemporada
Monchi —su nombre completo es Ramón
Rodríguez Verdejo— ha negociado desde su despacho la venta de seis
futbolistas a la Premier League inglesa, que han incrementado hasta 31
el número de españoles:
Álvaro Negredo y J
esús Navas han ido al Manchester City; el centrocampista Medel, al Cardiff City; Luna, al Aston Villa;
Luis Alberto, al Liverpool;
y Campaña, al Cristal Palace. Los primeros son internacionales y los
últimos, jóvenes promesas. El Sevilla ha ingresado 70,4 millones de
euros con traspasos de futbolistas y ha gastado 27,95, según la web
especializada Transfermarkt, que sigue el mercado mundial. Salvo Madrid y
Barcelona, todo el fútbol español parece estar en venta.
Asfixiados por una deuda de 4.100 millones,
con una veintena de clubes de Primera y Segunda controlados por administradores concursales
y con Hacienda en la nuca, el fútbol español se ha visto obligado a
hacer caja. Esta política ha propiciado que, por segundo año
consecutivo,
el saldo de la exportación de futbolistas de clubes de Primera sea positivo:
150 millones de euros en la balanza. La cifra ascendería hasta los 200
millones si se descontaran los 50 millones que han gastado Real Madrid y
Barcelona, que juegan su propia Liga. El Real Madrid ha fichado por 38
millones de euros a Asier Illarramedi, internacional sub-21 que, salvo
lesiones o sorpresa, no será uno de los dos mediocentros titulares del
equipo. La cifra pagada por un suplente triplica el presupuesto del Rayo
Vallecano. Para cubrir su puesto, la Real Sociedad, club de origen de
Illarramendi, no ha gastado un euro. Ha traído cedido a Esteban Granero
desde el Queens Park Rangers.
Tampoco lo ha hecho el Rayo para paliar la marcha de Leo Baptistao al
Atlético. Felipe Miñambres, director deportivo del club, lleva años
fichando a coste cero y con esa política subió al equipo desde Segunda B
hasta Primera División. Está acostumbrado a trabajar con márgenes muy
estrechos y con la etiqueta de club trampolín desde el que dar el salto a
un equipo mejor. “Neri Castillo, un jugador con prestigio
internacional, terminaba contrato y aceptó venir porque quiere acudir al
Mundial con México. Su prioridad no es el dinero, y sabe que el Rayo y
también la Liga son un buen lugar para relanzarse. Galeano, central
internacional por Argentina, acababa contrato con el Independiente de
Avellaneda y sus representantes se pusieron en contacto con nosotros
para saber si podíamos ficharle”.
El club tiene nueve millones presupuestados para jugadores y
técnicos, lo que da una media salarial de 325.000 euros por temporada.
Ha vendido a Baptistao al Atlético de Madrid, y a Amat al Swansea, entre
otros. “Los jugadores van donde hay dinero, a la Premier. Eso no
implica que malvendamos nuestros activos. El Borussia Dortmund ofrecía
dos millones por Gálvez y dijimos que no porque su cláusula de rescisión
era de cuatro millones”, explica José Plaza, abogado y unos de los tres
administradores del club desde hace dos años.
Al llegar los administradores concursales,
el Rayo tenía una deuda de 60 millones. Aplicaron una terapia de choque
en forma de venta de futbolistas y rebaja de salarios. Ahora el club
está al día en pagos, y quedó en una meritoria octava posición la pasada
temporada que no le ha servido para jugar en Europa porque, pese a la
mejora, aún no cumple los criterios financieros de la UEFA. Plaza
defiende la salida de jugadores: “No podemos vivir en una burbuja. Con
la situación del país hay que vender. La Liga perderá calidad, pero no
interés, porque todo se equilibra”.
Monchi: “Si en una negociación se nos cruza un club inglés o alemán, ya podemos dar por perdido al futbolista”
La venta no es una elección. “Los ingresos por traspasos se
contabilizan en las cuentas como extraordinarios, pero en realidad son
ordinarios porque muchos clubes los necesitan para subsistir”, cuenta
Monchi. Acuciados por las deudas, los 10 equipos que en el curso pasado
siguieron en la tabla de clasificación a los dos gigantes del fútbol
español se han visto obligados a vender buena parte de sus mejores
jugadores.
A diferencia de otros tiempos de bonanza económica y de gestión
manirrota, la gran mayoría de los recambios que se han contratado no se
corresponden en precio o en calidad contrastada con estrellas
traspasadas. El Valencia ha traspasado al delantero Roberto Soldado al
Tottenham por 30 millones y su recambio, Helder Postiga, ha costado
tres. El Betis vendió al centrocampista Beñat por unos 10 millones y en
su lugar ha elegido a Joan Verdú, que llega gratis.
Esa es la principal consecuencia del
necesario y estricto control económico al que la Liga de Fútbol Profesional
(LFP), a instancias del Consejo Superior de Deportes (CSD), ha empezado
a someter a los equipos. “Los problemas que están teniendo los clubes
para fichar, pese a los ingresos que están obteniendo por los traspasos,
es algo de lo que ya avisamos. Es una consecuencia de su necesidad de
vender activos para reducir la deuda, que solo en intereses les obliga a
pagar en conjunto 120 millones anuales”, concluye Javier Tebas,
presidente de la Liga.
Este abogado lleva años manejando el fútbol español en la trastienda.
Elegido presidente de la Liga la temporada pasada, ha impuesto mano
dura en las cuentas. Y anuncia que no será solo este año. Tebas augura
al menos tres o cuatro años de ajuste, hasta que los clubes consigan
reducir a 25 millones los intereses que pagan entre todos, bajo estas
políticas restrictivas, y eso les permita respirar. Mientras eso llega,
el ingenio y el ojo para fichar deberán ser las armas de los equipos.
“
El altísimo endeudamiento amenaza a muchos clubes:
o se actúa así o veremos la desaparición de muchos. De todo esto
también hay que sacar una lectura positiva. Hace años parecía imposible
meter en cintura al fútbol, pero se está consiguiendo y ya se ve
reflejado en el descenso de la deuda con Hacienda, que en un año ha
bajado de 750 millones a 670”, reflexiona el presidente del Consejo
Superior de Deportes, Miguel Cardenal.
Madrid y Barcelona se salvan porque copan el 56% de los 1.000
millones de ingresos totales de la Liga, según un estudio de la
consultora Deloitte. En derechos televisivos por la Liga estos dos
equipos suman el 37% del total. Cobran cerca de 140 millones al año,
mientras que los modestos ingresan entre 12 y 18. El resto de ligas
europeas tiene un reparto más equilibrado.
Cardenal rebate la idea de que la distribución de derechos
televisivos sea la única razón de la crisis, como exponen algunos
equipos: “El informe que hemos elaborado demuestra que los clubes han
aumentado exponencialmente sus ingresos por los derechos de
retransmisión en los últimos 10 años y que, cuanto más dinero han ido
recaudando, más se han endeudado. Eso no quiere decir que no estemos a
favor de un reparto más equitativo, algo que será incluido en la nueva
Ley del Deporte y que tiene como objetivo dejar un ratio de 4,5 a 1
entre lo que ingresan Madrid y Barcelona y el resto. Este ha sido ya
reducido del 13 al 6,5 más o menos, pero queremos rebajarlo dos puntos
con el nuevo reparto”.
La deuda del fútbol español es de 4.100 millones. Solo en intereses, los clubes pagan 120 millones al año
La crisis ha terminado por llegar al fútbol y de qué manera. La
suerte para el sector es que el bache ha coincidido con el mejor momento
de la selección. El resultado es que estrellas, secundarios, jóvenes
talentos, veteranos, entrenadores del prestigio de Pep Guardiola,
preparadores físicos, fisioterapeutas..., todo lo que huela a fútbol
español, se cotiza en un mercado creciente. “Lo que nos queda es la
marca fútbol español, que tiene mucha fuerza. La selección española, con
sus éxitos en todas las categorías, ha hecho la mejor campaña de
marketing que se le podría hacer a nuestro fútbol”, asegura Monchi.
Aunque el exilio de grandes futbolistas ocupa toneladas de papel en
los quioscos, el éxodo es un fenómeno mucho más amplio. “Vienen equipos
de medio mundo pidiendo jugadores españoles. Les pones un vídeo de 10
minutos con los mejores momentos de un jugador de segunda división, por
ejemplo, y le pueden ofrecer 250.000 dólares netos al año”, explica un
agente de una empresa especializada en futbolistas de clase media. Así,
en Tailandia, Israel, Hungría, Kazajistán, China, Emiratos y México… hay
futbolistas españoles desconocidos para el gran público que, hartos de
impagos, han decidido hacer el petate.
Pelayo García, agente de la empresa de representación de futbolistas
You First Sports, cuenta que la emigración es una salida natural no solo
para las estrellas: “Hemos llevado a tres futbolistas al principal
equipo árabe de Israel, el Bnei Sakhnin \[el último, Abraham Paz, del
Sabadell\], a Tailandia, a Hungría... El fútbol no es distinto del resto
de negocios y ya no escapa a la crisis. Un jugador de Segunda ahora se
tiene que tomar su trabajo como una más de las profesiones que tendrá a
lo largo de su carrera, porque ser profesional del fútbol ya no te
soluciona la vida”.
Paco Gallardo, centrocampista del Sevilla y del Murcia, internacional
en categorías inferiores, llegó hace dos años a Hungría. Acaba de
fichar por la Academia de Puskas desde Diósgyori VTK, donde jugaba con
otros españoles. “Estamos unos 10 españoles en Hungría. El otro día en
un partido coincidí con Calatayud [exportero del Mallorca] y comentamos
las vueltas que da la vida, que quién nos iba a decir que nos veríamos
aquí”, cuenta por teléfono. El entrenador y el preparador de porteros
del Videoton son españoles. Alguno no ha ido a pasar el rato: el
sevillano Álvaro Brachi, lateral de ese equipo, ya se ha comprado piso
en Budapest. Gallardo explica las ventajas de Hungría: “Aquí sabes que
vas a cobrar a final de mes. Son serios, no como en España, donde tal y
como está el fútbol para los jugadores es un desastre”.
No es solo Hungría. Si hay fútbol en un país ya se puede encontrar un
español. José Toldrá lleva cuatro años viviendo en Shanghái (China)
como representante de futbolistas. “Antes pedían alemanes, jugadores
fuertes y altos. Ahora quieren todo lo español. Los consideran jugadores
con buena técnica y muy profesionales, que se cuidan mucho y pueden
jugar más allá de los 30. Les choca porque aquí los deportistas a esa
edad están acabados”. En China, un futbolista español puede cobrar medio
millón de euros. Toldrá también trae a jóvenes chinos a formarse a
canteras españolas. Como él, agentes de todas partes se instalan en
China. “El que encuentre al Messi chino se hace de oro”, vaticina.
Pero no son solo jugadores. “Entrenadores, fisioterapeutas,
recuperadores… Nos gastamos mucho dinero en promocionar el vino español
en China y parece que nadie se da cuenta de lo que exporta la industria
del fútbol”, cuenta Toldrá, que recuerda la potencia económica del
fútbol chino, donde los grandes equipos son propiedad de eléctricas o
constructoras que dejarían en mediana empresa a sus equivalentes
europeas. “El año pasado el Sevilla intentó fichar al argentino Darío
Conca por un sueldo de un millón de euros al año. Acabó en el Guangzhou
Evergrande, donde cobrará unos 40 millones en tres años. Por eso hay
futbolistas que, si hace falta, vendrían nadando”.
Uno de los pioneros en jugar en Asia fue José Pedrosa Galán, de 27
años. Hace dos años, y tras cuatro temporadas en el Almería sin llegar a
debutar en Primera, decidió probar suerte fuera. Llegó al Chainat FC de
Tailandia. Fue el primer español en un país en el que ahora hay ocho
más. “Están firmando jugadores de Segunda de 24, 25, 26 años, porque es
ahí donde está el dinero. Puedes ganar cuatro veces más que aquí”. De
Tailandia, Galán pasó a un club de Indonesia al que ahora ha denunciado
por impago y está pendiente de aceptar una oferta en Malasia. Tiene un
agente en Asia, por lo que también ha tenido ofertas de India.
Los salarios que negocian hablan de sueldo neto, incluyen casa,
chófer y prima por partido ganado. “Soy un jugador humilde que no he
llegado a Primera. En España solo hay ofertas por 1.500 euros al mes. En
la Segunda de Tailandia puedes ganar más dinero que en Segunda en
España”. Con la mediación de Galán llegaron a Tailandia el entrenador de
porteros del Almería y un preparador físico: “En el club están
encantados con ellos porque sus métodos de trabajo están a años luz de
los que usaban en Asia”.
En 2010 abrió sede en Madrid la agencia de intermediarios Interlex
Sport, dirigida por el abogado Collin Pomford, amigo de Xabi Alonso
desde los tiempos del centrocampista en Liverpool. “Yo ya he tenido tres
ofertas de empresas inglesas de representación para que abra delegación
en España”, cuenta un representante que prefiere el anonimato.
El italiano Lorenzo Cotroneo es director para el exterior de la
Agencia de Fútbol Mafrica, que opera desde hace 10 años en Italia. Hace
seis meses que trata de introducirse en el mercado español. Lo ha hecho
principalmente a través de Dani Aquino, jugador del Atlético de Madrid
B, al que seguía desde hace tiempo y cuyo rendimiento en la gira del
primer equipo por América ha entusiasmado al técnico Diego Pablo
Simeone. “Los españoles son muy técnicos y pensamos que en Italia puede
haber mercado para ellos”, asegura Cotroneo.
Tras pescar en el caladero de futbolistas de Primera y modestos, los
clubes extranjeros han dado el paso siguiente: buscar juveniles por
España. Los ojeadores de medio mundo recorren campos a menudo sin apenas
público en busca de perlas que fichar por poco dinero.
Las redes de la Premier League, el campeonato que se ha convertido en
el primer importador de jugadores españoles, abarcan ya todos los
escalafones. La mayoría de sus clubes tienen ojeadores en España. “Si
para un partido recibimos 12 peticiones de clubes extranjeros para dar
acceso al estadio a sus ojeadores, ocho son de equipos ingleses”, apunta
Monchi.
Muchos de esos detectores de talento que trabajan para equipos son
españoles, aunque también empiezan a instalarse los británicos. El
Sunderland tiene a un ojeador con residencia fija en Castelldefels. El
Manchester City fichó este año al juvenil del Espanyol Pablo Maffeo. “El
City vino en buen plan: nos pagó e incluimos primas en el contrato
según ascienda en el equipo. Eso demuestra que la cantera del Espanyol
funciona”, asume con naturalidad Adrià Adán, ojeador del club de
Barcelona.
Adam está en la pequeña grada del campo de césped artificial de
L’Alcúdia, un pueblo de 11.000 habitantes a 30 kilómetros de Valencia.
Aquí se celebra un torneo internacional sub-20 con selecciones de
España, Argentina, México, Canadá, Australia y Catar, entre otras. El
campeonato tiene casi 30 años de vida, y aunque los partidos muevan a
pocos aficionados —salvo que juegue España—, hay profesionales que
recorren miles de kilómetros hasta este rincón.
Adam lleva una libreta en la que toma anotaciones con discreción. En
cuanto escribe algo lo tapa, como el estudiante temeroso de que un
compañero copie sus apuntes. Junto a él hay una treintena de agentes.
Usan libretas con el campo de fútbol impreso sobre las hojas para
colocar en él las posiciones de los futbolistas. Algunos se sientan en
la grada, pero tienen una zona con una mesita blanca habilitada para
ellos.
Hay enviados del PSG, Juventus de Turín, Borussia Dortmund, Ajax de
Amsterdam, PSV Eindhoven… Todos a la búsqueda de la última joya por
descubrir, algo cada vez más difícil. Uli Schier es un alemán que cubre
la Península y América Latina para el Borussia Dortmund, finalista la
temporada pasada de la Liga de Campeones. Vive en Ibiza y se ríe cuando
se le pregunta cuántos partidos de fútbol ve a la semana. “Lo conocemos
todo. Seguimos a todos los futbolistas. Hacemos análisis por vídeo. No
se nos escapa ninguno, aunque ya no existe eso de descubrir de la nada a
un gran futbolista. Casi todos estos chavales tienen ya agentes”.
Schier tiene un minicatalejo para ver detalles de los jugadores que
le interesan. Catar ha traído sus propias cámaras para grabar todos los
partidos, presumiblemente para aprender conceptos y por si hay algún
chaval susceptible de ser nacionalizado y pasar a su selección nacional
con vistas al Mundial que organizará en 2020.
El italiano Stefano Luxoro es ojeador de la Juventus de Turín. Tiene
el pelo blanco tupido y las gafas le cuelgan sobre el pecho. Combate el
calor valenciano con la camisa abierta. Hace dos años
comenzó a viajar a Bilbao a ver a Fernando Llorente,
que este verano finalmente ha firmado por el club italiano: “Es muy
bueno. Confío en él, aunque Italia es muy distinta a España. Allí el
fútbol es más táctico y aquí más técnico”. Luxoro insiste en que en
L’Alcúdia aún no ha visto nada interesante, aunque un buen ojeador
confesaría su clave de la tarjeta de crédito antes que desvelar el
nombre de un joven que le interese.
“Con mis compañeros comento el partido y hacemos bromas, pero si veo
algo en un futbolista no se lo diría a ninguno”, señala Arthur Numan,
ojeador del AZ Alkmaar y lateral izquierdo con Holanda en los Mundiales
de 1994 y 1998. Numan, tipo simpático y extrovertido, reflexiona sobre
lo profesionalizado que se está volviendo el fútbol incluso en
categorías inferiores: “Vengo a ver algo en futbolistas, no me interesa
tanto la táctica, pero los equipos y los entrenadores están muy
interesados en no perder. Si hay un extremo no me importa que arriesgue,
aunque pierda la pelota. A veces los chicos salen a jugar bloqueados
por toda la charla que les ha dado el entrenador. Bastaría con que les
dejaran salir a jugar, a divertirse”.
Cuando algún talento despunta acuden discretamente a la organización a
consultar su pasaporte para verificar la edad o pedir algún detalle de
contacto. Numan coincide en que hay que ser rápido. “Si me gusta un
futbolista voy inmediatamente a su agente o a la familia”.
La mayoría de los ojeadores son exfutbolistas. El italiano Mario
Faccenda busca alguna perla para la cantera del Atalanta. En su móvil
muestra una foto de cuando jugaba como central con la Fiorentina. En la
imagen parece un defensa duro de los de antes y él lo corrobora: “Puede
buscarme en YouTube. Eliminamos al Atlético de Madrid en la Copa de la
UEFA en 1989”, cuenta orgulloso.
Casi todos tienen historias que contar sobre futbolistas españoles.
Hablan una mezcla de español, inglés e italiano en la que todos se
entienden. La Juventus acaba de fichar para su juvenil a Nico, un
defensa del Rayo Vallecano de 16 años, y el responsable de ojeadores es
el español Javier Rivalta. El jefe de ojeadores del Ajax, el reflexivo
Hans van der Zee, habla un castellano correcto. Explica que el club
ficha a jugadores de 16 o 17 años para que el Ajax le sirva como
trampolín en Europa a otras ligas. Ahora tiene prestado al español
Bojan, al que pretenden adaptar como extremo derecho.
En las gradas de L’Alcúdia también hay representantes de deportistas
que les ofrecen llevarlos a los mejores equipos a cambio de un
porcentaje de los ingresos. La mayoría de los chicos no lo conseguirá,
pero alguno puede ser millonario en unos años.
Ciertos clubes intentan defenderse, blindar a sus menores. A las
oficinas en Barcelona de Globalsports acaba de llegar un burofax con el
membrete del Fútbol Club Barcelona. La urgente misiva le hace constar a
Raúl Verdú, uno de los agentes con más lazos en Inglaterra, que uno de
sus representados, Josimar Quintero, de padres ecuatorianos pero criado
en Cataluña, aún no se ha incorporado a los entrenamientos del juvenil
azulgrana. Ni lo hará.
Ha fichado por el Chelsea. Días antes, otro burofax había llegado
hasta Verdú recodándole que Julio Pleguezuelo tampoco había hecho acto
de presencia en las instalaciones de la cantera blaugrana. Como Josimar,
tampoco le verán más por la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí, el
corazón del vivero blaugrana. Ha sido reclutado por el Arsenal. Los dos
tienen 16 años y estaban en edad de firmar ese primer contrato que
establecía una relación laboral entre ellos y la entidad culé.
Arsenal y Chelsea les pagan una cifra cercana a los 200.000 euros, 10
veces más de lo que cobrarían en el Barcelona. “Lo del burofax es el
recurso de la pataleta y la amenaza. Piqué, Cesc y otros ya se fueron
con la misma edad y no pueden hacer nada. No es solo una cuestión
económica, también de valoración y perspectivas de futuro. Cuando ves
que el mismo Arsène Wenger \[entrenador del Arsenal\] está presente en
las reuniones previas al fichaje es que hay una apuesta verdadera por el
jugador, que se siente valorado de verdad. Antes de llevármelos a
Inglaterra, hubo negociaciones con el Barça, pero no llegamos a un
acuerdo porque creí que no estaban valorando a los jugadores”, justifica
Verdú.
“Nunca sabes si un jugador va a llegar al primer equipo. Si te quedas
aquí corres el riesgo de no subir a la primera plantilla y los ingresos
son mínimos, pero si fracasan en Inglaterra se vienen con un buen
dinero y un idioma aprendido”, abunda Verdú. La Liga de Fútbol
Profesional ha creado un grupo de trabajo que trata de dar con una
solución jurídica que evite esta fuga temprana de futbolistas. No es
sencillo. En marzo, el Tribunal Supremo tumbó el método del Barcelona
para retener a sus jóvenes futbolistas. Consideró abusivo el contrato
que hace firmar a menores.
La exportación masiva de talentos prematuros terminó por desangrar al
campeonato argentino. Durante años vendió a Europa a los mejores
chavales, y ahora es incapaz de regenerar las plantillas de los clubes.
“Si no estuviéramos interviniendo como lo estamos haciendo, sí que
podría suceder lo que en Argentina, pero una vez que el fútbol español
rebaje su deuda habrá más dinero para tratar de retener a nuestras
promesas”, asegura Javier Tebas. “La estructura de los clubes es mejor
que en Argentina y no veo tanto ese peligro, pero sí que tenemos que
acostumbramos a que nos hemos convertido en un país exportador: la
tendencia ha cambiado. Pero seguimos siendo una Liga atractiva porque
hay un estilo de juego que ha calado en los seguidores
independientemente de los millones de euros de los que dispongamos. En
otras ligas, cuando ha desaparecido el dinero no ha quedado nada, y aquí
hay una forma de jugar y un futbolista medio que llena los ojos de la
gente con lo que hace con la pelota”. La mayoría de los aficionados
tiene que ilusionarse con la cantera. Que ahora es la cantera de Europa.